entrevista al periodista disidente cubano
Abraham Jiménez Enoa: «La prensa debe ser independiente y fiscalizar el poder»
El periodista y escritor cubano, nieto de la revolución, relata en 'Aterrizar en el mundo' cómo fue perseguido por el régimen por informar y cómo han sido sus dos años viviendo en España
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Iniciar sesiónAbraham Jiménez Enoa (La Habana, 1988) es nieto de la revolución cubana. Su abuelo fue escolta de Fidel Castro y también de Che Guevara. Era un niño que creció, «como la mayoría de mi generación, admirando a Castro y a su revolución», confiesa el ... hoy periodista y escritor cubano –exiliado en Barcelona– en su libro 'Aterrizar en el mundo' (Libros del K.O.). Su futuro parecía estar decidido entonces: vivir y servir al régimen. Pero no fue así.
Jiménez Enoa siempre quiso ser locutor deportivo, pero la vida le llevó por otros derroteros. La realidad que vivía su país –empezó a vislumbrar las mentiras del régimen cuando llegó a la universidad–, le empujaron a la trinchera del periodismo independiente y, claro está, disidente. «El silencio era una manta que tapaba el país. Debajo había casi seis décadas en estado de putrefacción», señala en el libro. Eso hizo urgente su compromiso con la información. «Hay una máxima que no falla: si un contexto destaca por su dificultad para ser narrado, en ese lugar es una urgencia el periodismo».
Su militancia hacia la verdad le convirtieron en alguien incómodo para el poder, que no admite discrepancias a su narrativa. O te sometes a él o tu vida será un calvario de hostigamiento y persecución, que puede acabar en una celda o en el exilio forzoso. Esto último fue lo que le sucedió a Jiménez Enoa, quien hace algo más de dos años aterrizó en España y en el mundo. Lo hacía tras haber vivido cinco años 'regulado', sin posibilidad de salir del país, como represalia por atreverse a enfocar los oscuros pliegues de una revolución que ha llevado a los cubanos a sufrir -con la complicidad de gobiernos progresistas que todavía ven una idea romántica en la revolución castrista- una perenne crisis económica y la ausencia de cualquier derecho individual.
El régimen cubano amenaza con la pena de muerte a quien participe en protestas masivas
Camila Acosta | Corresponsal en La HabanaHace un año, Jiménez Enoa publicaba en nuestra país su primer libro 'La isla oculta' (Libros del K. O.), en el que ponía el foco en las historias de otros; en esta última entrega, el protagonista es él. Es un libro en primera persona en el que el autor realiza un viaje de ida y vuelta entre Cuba y España, de sus recuerdos de infancia a su nueva vida en Barcelona, ciudad que lo acogió cuando abandonó la isla caribeña.
-¿Cuál ha sido su peor experiencia en estos dos años en España?
-Lo peor ha sido vivir fuera de Cuba y lo que implica: ser inmigrante y exiliado, y asumir lo que significa, dos cosas que son diferentes y que me ha tocado vivir. Dentro de eso también está mi experiencia con el racismo, que sorprendente y lamentablemente para mí ha sido reveladora. De pronto, yo me he redescubierto como negro; no es que no lo supiera en Cuba, pero el racismo allí se manifiesta de otra manera: hay mucho racismo, pero es más estructural. No hay negros en el poder, pocos en la universidad, los negros viven en los barrios marginales, la policía en las calles solo detienen a los negros para pedirle la documentación... Pero en mi experiencia, yo no me había enfrentado a discriminaciones directas. Esto forma parte de ese ámbito de lo que es llegar a un territorio desconocido y empezarlo a vivir a nivel personal y profesional. De alguna manera, los primeros 33 años de mi vida no cuentan y he empezado a construir una casa desde cero.
«Los primeros 33 años de mi vida no cuentan y he empezado a construir una casa desde cero»
Abraham Jiménez Enoa
Escritor y periodista cubano
-¿Y lo mejor?
-Inevitablemente está asociado a no tener, en el día a día, la respiración de la seguridad del Estado en la nuca. Eso no significa que no hayan pasado cosas, las cuento en el libro, pero ya no me levanto pensando en que estoy vigilado y que en cualquier momento me pueden detener, que le puede pasar algo a un amigo, a un familiar, a las personas cercanas... Cada vez que pasa más tiempo, ese fantasma se va diluyendo. Obviamente cuando sucede algo vuelve a aparecer, y quizá nunca se vaya del todo. Uno tiene que lidiar con sus pensamientos, con sus demonios, con sus pesadillas... Es muy difícil borrarlo del todo, pero sí tengo la sensación de más libertad, sobre todo en el ámbito familiar -tengo un hijo-. Antes todo el tiempo pensaba en la repercusión que tenía mi vida en mi familia, y eso ahora no lo tengo, al menos en ese aspecto. Sí lo tengo en otros sentido, en el capitalismo, en ingresar dinero... Pero no pienso en la seguridad del Estado.
También ha sido muy bueno para mí, en lo relativo a descubrir un territorio desconocido, el tener sed de conocimiento para entender un nuevo mundo, a leer, a buscar información, a beber cultura... De alguna manera, antes estaba encerrado en una situación en la que no podía ver ni consumir más allá de las propias circunstancias. Haber podido salir de Cuba me ha abierto las puertas a ver qué otros caminos se pueden elegir, ya sea en los personal o en lo profesional.
-Usted habla en el libro de su infancia, muy particular pues nació y creció en el seno de una familia revolucionaria: su abuelo fue escolta de Fidel Castro y también del Che Guevara, quien incluso fue padrino en la boda de sus abuelos. ¿En qué momento descubrió que aquello que vendía la revolución era falso?
-No hubo un momento puntual. Fue un proceso. Tu te vas dando cuenta de lo que se habla en tu casa, de lo que piensa tu familia, lo que ves en la televisión..., y no coincide con lo que ves en la calle. Creo que todo esto se llegó a concretar cuando entré en la universidad. Tenía la intención de ser periodista y evidentemente afincar la mirada, mirar con intención, eso me hizo darme cuenta de que todo era una falacia.
-Esa ruptura sería muy dura, sobre todo a nivel familiar...
-Fue quizá lo más duro, más que el acoso y la persecución, incluso cuando me secuestraron y me desnudaron y me sacaron en la televisión. Quizá lo más duro fue gestionar el daño, que de alguna manera ha sido irreparable, con mi familia. Hasta cierto punto yo podía lidiar con la decisión que tomé, sabiendo en el país que vivía y las consecuencias que tendría, pero claro, cuando le empiezan a pasar cosas a tu madre, a tu padre, a tu hermana, a tus amigos... Eso me rompió mucho. Es algo que tienen estudiado. Llegó un momento en que yo me sentí asfixiado porque no tenía con quien hablar. Llegaron al punto (la seguridad del Estado) de meter a mis amigos en el calabozo para sacarles información sobre mí. Algunos se alejaron directamente; y otros, a los que yo quería, les decía que no se acercaran porque era un 'apestado.' Eso fue lo más duro. En algún momento llegaron a quebrar amistades que no he vuelto a retomar. Y a nivel familiar, fue muy duro porque ni siquiera me pude despedir de mi abuela, que falleció cuando yo estaba ya aquí, en España.
-El régimen castrista utiliza a la familia para doblegar a los que disienten...
-Totalmente. Ahora yo pienso en todo lo que te hacen, como la prisión domiciliaria, te vigilan, te intervienen el teléfono, te interrogan... Yo seguí escribiendo (es uno de los fundadores de la revista independiente 'El estornudo') y me empezaron a apretar utilizando a mi familia. Seguí, y evidentemente, como no querían meterme en la cárcel me dijeron que me fuera del país.
-Usted estuvo 'regulado', con prohibición de salir de la isla, durante cinco años hasta que le fue levantado el castigo y le entregaron el pasaporte a principios de 2022, momento en el que viajó a España...
-Antes de internet eso les funcionaba, mucha gente estaba 'regulada', pero internet y lo que generó -los medios independientes, los activistas...- cambio todo eso. Y las protestas de 2021 fueron el colofón. Para el régimen la única opción era sacarnos a todos de Cuba, y a los que no sacaron están presos.
-A pesar de la represión y la dureza de las condenas contra aquellos que participaron en las protestas masivas e históricas del 11 de julio de 2021, y a la ausencia de líderes de la disidencia en la isla, este pasado mes de marzo volvieron los cubanos a salir a la calle para protestar. ¿Esto significa que el pueblo de Cuba está movilizado y ya no hay marcha atrás?
-No creo que este movilizado, sino que la situación es tan desastrosa y tan precaria que si la gente no tiene comida, ni medicamentos, ni la capacidad de tomarse un vaso de agua fría porque pasa 18 sin electricidad, ¿qué le queda?. La gente sale a la calle porque no tienen vida, y que pase lo que sea...
-¿Los cubanos ya no tienen miedo a la represión?
-Sigue habiendo miedo. Cuba sigue siendo un país maniatado. Las protestas de marzo fueron un día y lo controlaron. Pero evidentemente van a seguir produciéndose réplicas porque nada apunta a que la situación económica y social vaya a mejor. Y lo llamativo es que todo esto está pasando sin líderes de la oposición, sin activistas. Es el pueblo llano, que está casi viviendo un desastre humanitario.
Lo llamativo de las últimas protestas en Cuba es que todo esto está pasando sin líderes de la oposición, sin activistas. Es el pueblo llano, que está casi viviendo un desastre humanitario
-Hace unos días se conoció la condena de 15 años de cárcel a una joven por el mero hecho de publicar vídeos de las protestas del pasado mes de marzo en Cuba.
-Es lamentable. Esa condena habla del carácter dictatorial que impera en Cuba, y de la situación de falta de libertades y derechos fundamentales que se vive en la isla. También es un buen ejemplo para aquellos que siguen alabando al régimen cubano, que siguen pensando que es un paraíso progresista, que es de izquierdas y en el que se respetan todos los derechos. Esta condena es la evidencia de la falta de derechos y de cómo todos los ciudadanos están atrapados por el régimen. Creo, además, que se puede hilar con la situación actual en España y de quienes dicen que es una dictadura. Esta es la evidencia entre una dictadura real y lo que la gente quiere ver como una dictadura. La democracia española tendrá muchos problemas, pero hay una diferencia entre una prensa libre y una ciudadanía que puede expresarse. Me parece inadmisible calificar a España como una dictadura cuando hay un lugar (Cuba) donde por firmar una protesta puedes ir preso durante 15 años, los medios de comunicación no pueden ser privados y escribir una opinión en las redes sociales te puede valer una multa; donde pensar puede ser un delito y te puede ocasionar la cárcel o el exilio.
-El secretario de Estado de EE.UU. para América Latina, Brian A. Nichols, hace unas semanas afirmaba que es un momento clave para Cuba, ¿está de acuerdo?
-Yo creo que sí si uno piensa que la muerte de Raúl está cerca, porque tiene 93 años. Creo que su muerte va a ser distinta a la de Fidel. Cuando fallezca Raúl Castro no va a quedar nadie de esa nomenclatura histórica y con esa capacidad simbólica. Además, en la cúpula del poder en Cuba hay dos bloques importantes: los que han ascendido dentro de la pirámide del Partido Comunista, entre ellos Díaz-Canel y compañía, que son funcionarios; y los militares, que controlan toda la economía y la parte represiva del país. Raúl, obviamente, es el nexo entre esos dos bloques y una vez que él no esté puede haber inevitablemente una confrontación. Ese puede ser un momento clave, y aunque la muerte de Raúl Castro no signifique un cambio instantáneo, creo que va a dejar un gran vacío de poder, y eso puede general un terremoto en el interior del castrismo.
«Aunque la muerte de Raúl Castro no signifique un cambio instantáneo, creo que va a dejar un gran vacío de poder, y eso puede general un terremoto en el interior del castrismo»
-Desde el exilio, ¿cómo se puede ayudar a los cubanos...?
-Si algo tangencial se puede hacer es romper, desde los medios de comunicación, la narrativa de que Cuba es un país donde hay derechos humanos, progresistas, cuando está comprobado que es todo lo contrario. Se habla de Cuba cuando hay una protesta, cuando muere alguien, pero eso inevitablemente contribuye a esa imagen romántica que la gente tiene de ese país.
-Este compromiso por parte de los medios de comunicación para denunciar la situación de Cuba debería ser general y no basada en la ideología, que es la que contribuye a perpetuar ese romanticismo...
-Ese es uno de los temas: cómo el poder progresista o de izquierdas sigue asumiendo Cuba como uno de sus grandes rostros, cuando no lo es. Esa ideología está asumiendo como un paradigma algo que no lo es. Y eso se extrapola a los medios de comunicación, que se identifican con esa ideología. Es algo lamentable. Hay que contar la realidad y asumirla como tal. Cuál es la gran diferencia entre Gaza y Cuba, o entre Cuba y Ucrania. Es sorprende ver cómo cuando pasan cosas en otros lugares (los medios) van a saco, y cuando pasan en Cuba son más blandos. Y piensas ¿por qué?, ¿cuál es la razón? Creo que es muy dañina esa narrativa.
-Contar la realidad de Cuba es lo que le ha llevado a usted al exilio. Cada vez está más criminalizado el periodismo en su país a través de leyes, e incluso la obligación de hacer el servicio militar para aquellas mujeres que quieran ejercer el periodismo...
-Hay que recordar toda la esperanza que suscitó internet, que dio lugar a medios independientes, y que ahora están todos en el exilio a excepción de '14ymedio'. Esto muestra a un país que no tolera el ejercicio del periodismo. Lo del servicio militar todavía no me la creo, pero lo cierto es que cada vez ponen más trabas. Es un adoctrinamiento puro y duro. Y piensas cómo la gente puede simpatizar con eso y ver a Cuba como un paraíso. No lo entiendo.
-¿Qué opina del señalamiento que ha realizado el presidente Sánchez sobre algunos medios en España, a los que ha culpado de la apertura de una investigación contra su esposa, que le llevó a tomarse cinco días para reflexionar sobre su posible dimisión?
-He seguido mucho lo que ha pasado en los últimos días en España y creo que el presidente comete el error de señalar con el dedo a la prensa con la cual no comulga. Creo que no es un buen camino trazar su narrativa con un discurso sobre la prensa. Pero también creo que hay una diferencia entre eso y cómo se está intentando señalar que en España hay falta de libertades, que hay censura, que los medios de comunicación están viviendo una especie de acoso. Creo que justamente la libertad y que existe un ecosistema plural habla de que los medios de derechas pueden criticar a los políticos de izquierda; y los de izquierda, a los políticos de derecha.
«Creo que el presidente (Sánchez) comete el error de señalar con el dedo a la prensa con la cual no comulga»
Otro de los aspectos que me llama mucho la atención es el de la desinformación y los supuestos bulos. Si realmente hay informaciones falsas, causas judiciales abiertas a partir de informaciones falsas, si hay detrás una guerra ideológica habría que analizarlo. Y creo que sería un error si se crea un mecanismo para decidir qué es prensa y qué no lo es. La prensa tiene que ser totalmente independiente, ya sea el gobierno del color que sea, porque si cambia en la próxima legislatura la prensa tendrá que fiscalizar igual. Todo lo que está sucediendo habla de lo polarizado que está hoy España, pero no es algo exclusivo de aquí pues está pasando en el mundo entero por la ruptura de la pared que había entre la ciudadanía y los medios de comunicación.
-En Cuba hay más de mil presos según la ONG Prisoners Defenders, sin embargo, el trato hacia ellos por parte de las autoridades cubanas no es el mismo. Mientras la familia de José Daniel Ferrer (que ya estuvo preso varios años durante la Primavera Negra) ha denunciado las torturas que ha sufrido este desde que fue encarcelado el 11 de julio de 2021; el artista Luis Manuel Otero Alcántara declaraba en una entrevista reciente en 'El Estornudo', que querían mantenerle vivo a todo costa, y que no lo maltrataban... ¿Por qué esa diferencia de trato?
-Creo que es por el poder simbólico. El régimen juega constantemente con eso. En mi opinión hay una cuestión básica que diferencia a Luis Manuel y a José Daniel. Ferrer es un hombre que el régimen considera más peligroso, en el sentido de que ha sido más reaccionario, incluso ha posado con armas; mientras que Luis Manuel se mueve en un ámbito, el artístico, que le hace más daño al régimen, pues aparece en medios de prensa 'mainstream', fue figura del año en el 'New York Times'... Es además una persona que increpa al régimen desde un lugar de pensamiento más próximo a ellos. Tiene un poder simbólico mayor que Ferrer.
-Hace unos días el rapero y preso político Maykel Osorbo, uno de los artistas que participó en todo un himno en Cuba, 'Patria y vida', denunció que le habían atacado en la cárcel. ¿Qué sintió al conocer la noticia?
-Estar preso significa eso, estar rodeado de personas de las clases más delincuenciales de un país. Es lamentable que un artista, ganador de dos premios Grammy, con un discurso inteligente, tenga que pasar por esto. Me da mucha rabia. No solo por él, sino por cada uno de los presos políticos que pasan un minuto en la cárcel. Ojalá que esto no llegue a costarle más de lo que le está costando, tanto a Maykel como a cada uno de los presos políticos.
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