Troy Davis, antes de su ejecución: «Soy inocente»
La pena de muerte aplicada en un caso lleno de dudas reaviva el debate sobre esta práctica en EE.UU, donde el presidente Obama evitó interceder
Troy Davis, antes de su ejecución: «Soy inocente»
Desde que le aplicaron la inyección letal hasta que se le dio por muerto pasaron quince minutos. Troy Davis, de 42 años, no logró ni la intervención final del Tribunal Supremo para forzar una nueva revisión del caso —a pesar de que se pasó tres ... horas deliberando en el último momento— ni la implicación de la Casa Blanca para lograr la clemencia. A las 11.08 de la noche del miércoles en Georgia (las 5.08 de la madrugada hora peninsular española), en una acción que ha reavivado en Estados Unidos el debate sobre la pena de muerte, Davis fue ejecutado por el asesinato en 1989 del policía Mark MacPhail.
Durante estos 22 años, cada vez ha habido más dudas sobre la culpabilidad de Davis —determinada sobre todo por la acusación de nueve testigos presenciales, siete de los cuales después se retractaron—, pero varias revisiones judiciales mantuvieron las sentencia hasta el final. Convocado hasta en tres ocasiones en años anteriores para ser ejecutado, Davis incluso pareció poder librarse de una cuarta, cuando ya preparado el miércoles para acudir a la sala donde recibiría la inyección sus abogados apelaron de nuevo ante el Tribunal Supremo, que ya había considerado el caso en 2009. Tras una larga deliberación de tres horas, la máxima instancia judicial de EE.UU. decidió no cuestionar la ejecución.
«Soy inocente. Yo no lo hice. No tenía pistola. Siento mucho su pérdida», fueron las últimas palabras de Davis, dirigidas a los familiares de MacPhail. Estos siempre fueron partidarios de la ejecución de la condena a muerte dictaminada en el juicio de 1991, y estiman que si desde entonces no se ha podido probar la inocencia del reo es que su culpabilidad tenía fundamento. «Hemos vivido 22 años con esto. Somos víctimas», dijeron la viuda y los dos hijos de MacPhail, quien tenía 27 años cuando fue asesinado en el parking de un Burger King en el que trabajaba en sus horas libres como guarda de seguridad. «En este país hay leyes para que no haya caos. No matamos a Troy porque queremos», añadieron.
Partidarios y detractores
Unas setecientas personas se concentraron a las afueras de la prisión de la ciudad de Jackson, en una vigilia de espera de la decisión final y de protesta contra la pena de muerte. También hubo un pequeño grupo de partidarios de la pena capital, que estuvieron con los familiares de MacPhail. Esa diferencia numérica puede llevar a equívocos, porque en realidad el 64% de los estadounidenses están de acuerdo con que los responsables de asesinatos puedan pagar con su vida; solo el 29% se opone, según la última encuesta de Gallup sobre este asunto, realizada hace unos meses. Más reciente es un sondeo de Amnistía Internacional, que dice que los detractores han llegado ya al 48%, frente al 47% de los partidarios.
Estas cifras hablan tanto de que la pena de muerte en Estados Unidos no es algo propio de extremistas, como creen muchos en Europa, como de que se va abriendo paso la consideración de una aplicación más limitada, reservada a crímenes especialmente horrendos y de clara culpabilidad. De hecho, el número de ejecuciones ha bajado sustancialmente desde el año 2000, pasando de las 98 muertes que hubo en 1999 a las 52 de 2009. Que Barack Obama no se sumara a la ola de apoyo recibido por Davis, cuya defensa consiguió reunir 630.000 firmas, se debe no solo a que se trata de un asunto que depende de cada Estado y excede el ámbito de competencias federales, sino a que un pronunciamiento supone tomar partido con posible coste electoral.
Lo ocurrido con Davis, en todo caso, ha puesto de manifiesto que el sistema tiene sus puntos débiles, como enviar a la muerte a alguien cuya culpabilidad no ha quedado plenamente demostrada. Sin haberse encontrado el arma que mató a MacPhail, casi todo descansó en testigos oculares de lo ocurrido en la noche del 18 de agosto de 1989. Uno de ellos aseguró que ese día Davis disparó contra uno de los ocupantes de un coche que al pasar le habían insultado, dándole en la cara.
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