Grupos opositores vuelven del exilio para reforzar la revolución
Los rebeldes cifran en entre 8.000 y 10.000 las bajas sufridas desde el comienzo de la guerra
M. AYESTARÁN
Mohsen Gheryani no puede dar un paso. La gente le saluda, besa y abraza con efusividad nada más concluir la oración en la plaza. Después de 22 años de exilio regresa a su Bengasi natal, a su malecón y a su casa familiar que unos ... amigos han cuidado las últimas dos décadas. Agotado por el viaje se abre paso entre una multitud incrédula. «He venido para tomar parte en esta yihad y liberar el país. Primero hay que ganar la guerra, después llegará el tiempo de la política», declara ante unos seguidores para los que cualquier movimiento de oposición era un auténtico tabú hasta el pasado día 17 de febrero.
Sobrino del doctor Mohamed Mgarif, ex embajador libio en India y uno de los fundadores del «Aj-jabha Al-wataniya Li-inqad Libya» en los ochenta (Frente de Liberación Nacional de Libia, NFSL, por sus siglas en inglés), fue encarcelado durante cuatro años junto a otros doce miembros de la familia en la prisión de Abu Slim por el único delito del parentesco con un líder opositor. Nada más ser liberado se exilió a Egipto y de allí viajó a Londres para formar parte activa dentro del cuadro de mando del principal grupo opositor.
Junto a Gheryani otras figuras del exilio como Khalif Heftar, héroe de la guerra del Chad que ha estado treinta años en el extranjero por sus diferencias con Gadafi y que lideraba el brazo armado del NFSL, están sobre el terreno en contacto directo con el Consejo Nacional rebelde.
Más bombardeos
Su llegada se ha producido en un momento en el que la revolución toma impulso gracias a los bombardeos de la coalición que ayer alcanzaron varias baterías gadafistas en Ajdabiya. Esta ciudad es un punto estratégico situado a 160 kilómetros de Bengasi que los rebeldes intentan tomar sin éxito desde hace una semana.
Las fuerzas de Gadafi resisten las embestidas rebeldes, pero los ataques aéreos y el corte de la línea de suministros hacen que los portavoces de la oposición se muestren optimistas y crean que «será liberada en las próximas horas». Por ello se está concentrando un fuerte número de milicianos en los puestos de control cercanos para intentar el asalto final. El órgano de poder rebelde realizó también un balance de las bajas sufridas en las últimas cinco semanas que situaron entre «ocho mil y diez mil» y alertaron de la «grave crisis humanitaria» a la que habrá que enfrentarse en Misrata o Zintan, ciudades del oeste sometidas a duros ataques por parte de las fuerzas gadafistas. El régimen, por su parte, llevó un día más a los periodistas acreditados en Trípoli a visitar instalaciones militares destrozadas por los bombardeos nocturnos de la coalición.
Una semana después del primer ataque aliado Bengasi celebró una oración multitudinaria en la que el sermón se centró en el peligro que entrañan los miembros del «Lejan Thorria» (comités revolucionarios) que siguen llevando a cabo incursiones de castigo en los barrios periféricos de la capital rebelde.
Miles de personas gritaron en contra de Gadafi y dieron gracias a la comunidad internacional por unos ataques que día a día debilitan al régimen. Ahora resta que las milicias rebeldes aprovechen la situación y avancen posiciones sobre el terreno que ocupa Gadafi.
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