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Wuhan, el trágico símbolo de la transferencia de tecnología francesa a un país comunista

Sucesivos presidentes de la República establecieron estrechos lazos con Pekín mediante el envío de materiales, que permitieron construir un laboratorio como el P4 de la megalópolis

El laboratorio P4 de Wuhan
Juan Pedro Quiñonero

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Las sospechas fundadas o publicitarias que pesan sobre el laboratorio de virología P4 , en la ciudad china de Wuhan (11 millones de habitantes), como posible centro «propagador» del Covid-19, plantean el inmenso problema histórico del descontrol de las transferencias de tecnología estratégica al gobierno comunista chino.

Los presidentes Jacques Chirac (1995 - 2007), Nicolas Sarkozy (2007 - 2012) y François Hollande (2012 - 2017) trabaron con Pékin unas relaciones «privilegiadas» esperando obtener unos resultados comerciales y diplomáticos «especiales», que Emmanuel Macron confirmó de manera espectacular, desde 2017.

China es uno de los grandes mercados del lujo francés. La aeronáutica (Airbus, tecnología militar no estratégica) ocupa un primer o segundo puesto en la balanza comercial. El laboratorio P4 del Instituto de virología de Wuhan, construido parcialmente con tecnología francesa, se ha convertido en un modelo inquietante.

Las sospechas fundadas o publicitarias que pesan sobre el laboratorio P4 recuerdan los bien reales riesgos potenciales de la transferencia de tecnología estratégica a un gobierno y Estado comunista, que lleva incumpliendo desde hace veinte años todas las promesas de «colaboración» y «cooperación» con el Estado, los gobiernos, los técnicos y científicos que hicieron posible la creación de un laboratorio tan célebre como inquietante, quizá.

Comenzó con Chirac

La transferencia de tecnología francesa de carácter médico y sanitario , relacionada con el coronavirus, comenzó durante los primeros años 2000, siendo presidente Jacques Chirac.

El 2003, China sufrió una gran crisis, la ya «lejana» crisis del síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por sus siglas en inglés), que el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CCPE), define de este modo: «Es una enfermedad respiratoria viral causada por un coronavirus, llamado coronavirus asociado al SRAS (SARS-CoV)». El presidente Chirac se apresuró a prestar socorro humanitario y tecnológico. Surgió entonces la primera idea de crear el laboratorio de virología de Wuhan, con tres pilares: cooperación de Estado, cooperación técnica y cooperación científica.

Chirac y el presidente chino de la época, Jiang Zemin, «asociaron» a sus «amigos» científicos de varias instituciones sanitarias francesas (Instituto Pasteur, laboratorios públicos y privados) con sus colegas chinos. Ambas partes hicieron elogios de «amistad personal»

Sarkozy, Hollande y sus respectivos gobiernos continuaron aquel inicio de una «gran amistad» , que culminó con la apertura del laboratorio P4 del Instituto de virología de Wuhan, el 2015.

Año tras año, presidente tras presidente, gobierno tras gobierno… Francia ha esperado «confirmar» sus esperanzas iniciales : la transferencia de tecnología (francesa) debía estar acompañada de «cooperación» científica, médica, sanitaria. Esperanza fallida, jamás cumplida.

Sin cooperación china

El Instituto Pasteur y los laboratorios públicos y privados terminaron por advertir que el poder político chino, bajo control del omnímodo PC, se apropiaba de la tecnología «importada», pero no comunicaba ni respetaba los acuerdos de «información» y «cooperación» . Peor: terminó por «descubrirse» que los científicos chinos, sometidos al más estricto control burocrático del poder comunista, trabajaban en terrenos (virus y vacunas) que ocultaban sistemáticamente a los colegas franceses que les habían transferido conocimientos, técnicas e investigaciones sensibles.

Conocida esa experiencia, Emmanuel Macron prolongó con el presidente Xi Jinping las «relaciones privilegiadas» franco - chinas. A los pocos días de iniciarse el confinamiento de Francia, el 17 de marzo pasado, el presidente francés todavía presentó como un gran triunfo diplomático su diálogo personal con el presidente chino y la convocatoria de una reunión de urgencia del G20, con un resultado práctico por descubrir, cuando han seguido «goteando» los riesgos de transferencia de tecnologías estratégicas al gobierno comunista chino.

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