Sube la fiebre del Ártico
Los tres últimos veranos ha quedado expedito el Paso del Noroeste, entre el Atlántico y el Pacífico por las costas de Canadá. El año pasado también quedó libre de hielos el Paso del Noreste -sobre Siberia- por primera vez en décadas. El Ártico perderá buena ... parte de su masa helada en apenas unos años. Ello ha despertado el interés de las grandes potencias, con Rusia, EE.UU. y la UE a la cabeza, ya que al control del tráfico marítimo se une la posibilidad de explotar sus recursos naturales -un 25% de las reservas de petróleo y gas, así como níquel, plomo, estaño, manganeso, oro y platino-, inaccesibles en el fondo marino bajo la capa de hielo.
Esta fiebre del Ártico no tiene ya como objetivos la exploración o la investigación científica, sino la explotación comercial, y las vías para lograrla son diplomáticas y militares. La UE, con su resolución sobre la gobernanza del Ártico, inspirada por el ex primer ministro francés Michel Rocard y aprobada en noviembre; y EE.UU., con la directiva presentada al ex presidente Bush en enero sobre Política en la Región Ártica, han explorado la vía diplomática. De pasada alertan del riesgo medioambiental que conlleva explotar la región. Unidos en la tela de araña de la OTAN, estos dos bloques engloban a cuatro de los cinco países ribereños del Ártico: EE.UU., Canadá, Noruega y Dinamarca, la quinta pieza es Rusia.
Reclamación rusa
Moscú es quien lleva la delantera. En la vía diplomática, plantó su bandera en el verano de 2007 a 4.200 metros de profundidad en el fondo marino del Polo Norte, y reclamó su soberanía más allá de las 200 millas con el argumento de que la placa Lomonosov es una prolongación de la plataforma continental rusa.
En el tablero militar su ventaja es aún más grande. En las próximas semanas, su Flota del Pacífico vigilará al milímetro las maniobras submarinas ICEX-2009, que la Armada de Estados Unidos llevará a cabo en Alaska. Es sólo una de las muchas tareas encargadas a la Marina rusa. Tras cartografiar el subsuelo ártico, misión en la que adelantaron al Pentágono, que concluyó esta tarea a finales de 2008, los rusos pusieron en marcha en septiembre pasado una Fuerza Militar Especial del Ártico.
Esta unidad, la primera de sus características en el mundo, será esencialmente aérea -tareas estratégicas y de vigilancia- y naval -dominio sobre el terreno con la ampliación de las bases militares de Murmansk y la isla de Nueva Zembla, y con la apertura de nuevas bases-. Junto a los submarinos nucleares de la clase Typhoon, que pueden pasar varios meses en inmersión, la Marina Rusa se apoyará en sus ocho rompehielos nucleares de la clase Arktika, los más poderosos del mundo con dos reactores y más de 75.000 caballos de potencia. Los astilleros de Murmansk inaugurarán una nueva clase con la construcción de dos rompehielos más avanzados.
El Pentágono ha respondido estos días con el anuncio de que ampliará la capacidad y el personal de su base aérea en Thule (Groenlandia). Canadá, por su parte, construirá dos bases navales de aguas profundas en Resolute Bay y en Nanisivik (isla de Baffin).
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