La sombra del espionaje ruso dispara la sospecha y el orgullo en Ucrania
Saboteadores, agentes secretos, comandos de desestabilización... la convicción de que el país está penetrado por enviados de Putin ha avivado en Ucrania un profundo sentimiento de confraternidad nacional contra el enemigo. Y también la obsesión: se rastrean señales, se busca a los infiltrados... La caza está en marcha
Un cartel situado en la vía principal de Leópolis trata de insuflar ánimos a la población al tiempo que llama a la ciudadanía a apoyar al Ejército ucraniano
Son ‘X’ gigantescas grafiteadas en rojo sobre las azoteas de edificios elegidos de Kiev, presuntamente para señalarlos como blanco de los bombardeos rusos, al estilo de como se inventó para que la aviación de la Alemania nazi, la Luftwaffe, atacara a éxito donde ... más dolía durante la II Guerra Mundial. Las fotografías de esos indicadores tomadas desde el aire fueron publicadas por el rotativo británico ‘Daily Mail’ a la vez que el alcalde de la capital de Ucrania, Vitali Klitshko, urgía a su población en los primeros días de invasión a «comunicar con efectos inmediatos la localización de cualquier marcado r y denunciar a los sospechosos » que puedan estar involucrados en esta operación de identificación de objetivos.
Se cree que el invasor ruso ha instalado también emisores de luz capaces de guiar a misiles con precisión quirúrgic a. Hay muchas más teorías e imágenes preocupantes en las redes, si no como testimonio incontestable de que el país está infiltrado de «saboteadores» enviados por Moscú, sí al menos como claro reflejo de la creciente obsesión de sus ciudadanos por la presencia entre ellos de espías de Vladímir Putin dispuestos a cumplir su parte de guerra híbrida .
La desconfianza, el recelo en su máxima expresión, han llevado a los civiles a constituir brigadas que buscan en calles, fachadas y tejados las marcas ‘malditas’ para hacerlas desaparecer . Esa es la orden. También a crear grupos de Whatsapp en cada escalera a través de los que se informa de cualquier movimiento: sobre alguien que pregunta demasiado, en torno a los movimientos de otro que dice haberse perdido por aquí, y ya van dos veces. Ser extranjero en esta Ucrania amenazada tiene su riesgo, cualquier tipo de a pie con un chaleco fluorescente comprado en la tienda de la esquina pide pasaportes por todos sitios mientras dos o más que lo acompañan miran de reojo. La caza ha comenzado .
La primera noche de ataques, el presidente Volodímir Zelenski ya pidió a su pueblo que estuviera vigilante y que, a quien no cumpliera estrictamente los toques de queda , se le considerara potencial integrante de los comandos de sabotaje , a los que el ministro de Defensa británico, Ben Wallace, dio pleno crédito atribuyéndoles haber provocado disturbios iniciales en Kiev.
La palabra ‘Palyanitsa’, –un tipo de pan en ucraniano–, impronunciable para un ruso, es usado para detectar quintacolumnistas proputin
La alerta es máxima. Los ucranianos han encontrado una palabra, ‘palyanitsa’ –referida a un pan local y que es impronunciable para los rusos– y fuerzan a los desconocidos a decirla para descubrir si son o no de fiar, al tiempo que entre ellos se saludan con el tradicional grito de la revolución de Maidán de 2014, «¡Gloria a Ucrania!», para ponerse a prueba mutuamente y mostrar camaradería.
Mutilar al oso
La firme sospecha de que dentro de su propia casa están en el punto de mira de agentes rusos , que incluso pueden estar entre ellos disfrazados de militares ucranianos, ha avivado un profundo sentimiento de confraternidad y más allá, sublimado un orgullo patrio contra el enemigo que se visualiza más y más. Los ucranianos se galvanizan unidos contra el discurso de Putin que les niega como nación.
Y no son solo banderas, que también las hay. Es muy significativo ver cómo a medida que se prolonga la incursión armada , los carteles donde un pequeño carnívoro feroz que simboliza al Ejército ucraniano aterroriza y mutila al gran oso de Rusia proliferan en las ciudades del este: «Quien viene a nosotros con la espada, muere por espada», se advierte. Aumentan los improperios contra el agresor, lanzados con indisimulado desprecio. «Rusia, vete a la mierda», es uno de los más repetido en pósters y letreros de imprenta o manuscritos que cuelgan de ventanas, marquesinas y vallas. No faltan grandes carteles con mensajes complejos, idiomáticos, de tú a tú, como el que advierte: «Os hemos dicho que estáis no ‘on’ Ucrania, sino ‘in’ Ucrania », donde ‘on’ respondería a la expresión que utiliza Moscú para referirse a este país vecino como una provincia de su imperio e ‘in’ la que corresponde a estar pisando suelo soberano ajeno, como es el caso.
En este clima, convertirse en héroe atrapando a un ruso y contarlo es toda una tentación. El 3 de marzo, la cuenta oficial en Twitter de la Ukrzaliznytsia, la ferroviaria estatal, informaba de la captura a la altura de Kozyatyn, suroeste de Kiev, de un hombre «disfrazado con ropas viejas » que buscaba «un cura y una iglesia» y al que en un registro se le halló «una nota que confirmaba que era miembro de las Fuerzas Armadas Rusas».
Solo un día antes, en un tren procedente de Mariúpol, los pasajeros agarraron a otro que agitaba a favor de la «paz rusa» y contra «los fascistas» , y lo entregaron en una comisaría de Dubno, en la región de Leópolis. Allí, un asesor del Gobierno de su capital del mismo nombre, Ostap Protsyk, avisa: «No hemos registrado casos en la ciudad, pero tenemos que estar preparados, somos un enclave estratégico en Ucrania , estamos cerca de la frontera, recibimos aquí mucha ayuda de los países europeos; es muy importe para Ucrania y quizás lo somos también para el enemigo », explica.
En declaraciones a la agencia France Press, uno de los mandos de la Unidad Spear, de las Fuerzas Especiales de Ucrania, Victor Chelovan, diferenciaba « tres tipos de saboteadores . Las fuerzas especiales rusas y la GRU (inteligencia militar) están implantadas aquí antes de la guerra. Su trabajo principal era ayudar a la invasión rusa», estima. Una segunda clase habría sido enviada «para desestabilizar la vida diaria » con según qué tipos de ataque. Y un tercer grupo «son agentes de inteligencia cuyo único fin es asesinar a líderes ucranianos, entre ellos –subrayaba– los de los movimientos de resistencia popular».
En el reino de la desinformación y las verdades a medias, Vladímir Putin es el amo de esta guerra, de modo que va a ser difícil descifrar qué es real y qué no . Precisamente fue un ‘fake’ el que espoleó como ningún otro esta convicción persecutoria que prevalece en Ucrania: el vídeo de centenares de paracaidistas rusos falsamente aterrizando en un aeródromo al noreste de Kiev difundido en las primeras horas de la invasión, que no es actual, sino que pertenece a unos ejercicios militares de 2014 en el área de la ciudad rusa de Rostov, muy próxima a la frontera este de Ucrania .
Kiev como objetivo
Pero el fantasma de que el territorio ha sido penetrado por los ocupantes está por todas partes. «Hay quienes p arecen ciudadanos locales disparando a otros locales», aseguraba Andriy Levanchuk, asesor financiero de 39 años, desde Irpin antes de que la localidad fuera duramente castigada por la ofensiva de Moscú el pasado 6 de marzo. « Son paracaidistas rusos que se esconden en los bosques, entran en los apartamentos de la gente, toman sus ropas, se cambian y intentar hacerse pasar por civiles», añadía.
Puede que no estén desencaminados. Desde el Instituto Nacional de Estudios Estratégicos de Kiev, el analista militar Mykola Beleskov ha valorado que Rusia «está tratando de combinar ataques aéreos, artillería y comandos de infiltración , que básicamente brindan apoyo para un avance muy gradual», todo ello en su intención de hacerse con la capital de Ucrania. Para, ello, afirma, Moscú está empleando fuerzas de diferentes tipos «en masa».