¿Siempre nos quedará París?
Hay sitios y sitios donde quedarse atrapado. La capital francesa no es de los peores, aunque las 14 horas de viaje por carretera son una paliza
Viajé el pasado miércoles a París para ver una exposición de artistas españoles, cuyo título, «Desplazamientos», parece hoy casi una ironía. Debía regresar el viernes por la noche, pero el aeropuerto de Orly estaba cerrado a cal y canto. Me pasé toda la mañana del ... viernes pegada al teléfono viendo con la agencia alternativas posibles.
Nos ofrecieron cambiar el vuelo a la tarde del domingo, en lista de espera y en business, pero sin asegurarnos, claro, que el aeropuerto estuviera abierto ese día. La otra opción que nos proponía la organizadora del viaje de prensa (Caja Madrid) era trasladarnos en minibús a Madrid. Un rápido cónclave con Ángeles y Teresa, mis colegas de «El País» y «La Vanguardia» bastó para que nos decidiéramos por la segunda opción.
Viendo las noticias en la tele y los periódicos nos dimos cuenta de que la cosa no pintaba bien y que el volcán seguiría vomitando lava durante bastante tiempo. Finalmente, nos reservaron una noche más en el mismo hotel que habíamos estado y cogimos al día siguiente el minibús. Éramos seis personas. Visto lo visto después, creo que acertamos de pleno, pese al madrugón y la paliza del viaje. Salimos a las 7 de la mañana del sábado de París y estábamos a las nueve de la noche en Madrid.
Una «privilegiada»
Fueron 14 horas de viaje -el más largo que he hecho nunca por carretera de una tacada-, que aliviamos con unos pinchos de escándalo en San Sebastián, donde paramos para que Teresa cogiera un tren a Barcelona. Durante el viaje, recibimos llamadas de los artistas que exponían en la muestra. Estaban empezando a ponerse nerviosos. Los aeropuertos seguirían cerrados varios días, no había trenes (al aluvión de viajeros se sumó una huelga de ferrocarriles en Francia) y escaseaban ya los coches de alquiler. Les dimos el contacto de nuestra agencia. No sé si aún siguen en París o no.
En cualquier caso, me siento una privilegiada en esta historia. Ni siquiera tuvimos que pisar el aeropuerto de Orly, ni hacer una cola, ni buscar agencias de coches... Nos lo dieron todo hecho. Y, en casos como éste, es un lujo impagable. Al llegar al periódico he visto que otros colegas sí que están viviendo una odisea para llegar a casa. «Siempre nos quedará París», le decía Bogart a Bergman en "Casablanca". No contaba Rick con el Eyjafjalla. Ya ni siquiera se respetan los mitos. París bien vale una Misa, pero no un volcán.
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