Regreso al pasado tras la revolución egipcia
Musa, figura prominente durante la era Mubarak, encabeza la lista de favoritos en la apertura de la campaña para las presidenciales
francisco de andrés
Egipto ha abierto oficialmente la campaña electoral para las presidenciales del próximo 23 y 24 de mayo que, si no se tercia otra Primavera Árabe , verán encaramarse al poder a uno de las principales figuras del país durante la era de ... la dictadura de Mubarak.
Los últimos sondeos, aparecidos en el diario Al Ahram, conceden a Amro Musa , ex secretario general de la Liga Árabe, más del 40 por ciento de los votos, muy por delante de su inmediato seguidor, el islamista moderado Abul Fotuh , al que la misma encuesta otorga el 27 por ciento. Los dos se enfrentarían en la segunda vuelta —el 16 y 17 de junio— para dilucidar quién se convertirá en el «presidente de la revuelta» según el argot popular.
En la actual atmósfera de pesimismo que reina en El Cairo, la noticia de la eventual victoria de Musa, quien fuera durante muchos años ambiguo y astuto dirigente de la torpe alianza de regímenes árabes, es la menos mala de las noticias. La calamitosa situación económica de Egipto después de meses de revolución y transición política, y la sorprendente aparición en escena de los partidos islamistas —que controlan el Parlamento desde el pasado mes de febrero— parecen convencer a muchos de la necesidad de optar por lo seguro. Y lo menos arriesgado es Musa, una figura que cuenta a su favor con cierto prestigio en el extranjero y el apoyo de los militares.
Muchos islamistas, y los liberales que no soportan la imagen de fondo de las charreteras, prefieren sin embargo a Abul Fotuh, el médico expulsado de los Hermanos Musulmanes , después de que anunciara su intención de presentar su candidatura frente a la oficial del partido.
«Mi candidato era El Baradei, pero en su ausencia votaré a Fotuh», afirma Ahmed Saleh, un veterano guía turístico cairota. «Si viene Musa la revolución y los muertos de la Plaza Tahrir no habrán servido para nada», apostilla.
«No estaban en Tahrir»
La capital egipcia bulle estos días al compás de los últimos rumores políticos —nuevos vetos de candidatos, cambios en el gobierno de transición para tranquilizar a los diputados islamistas—, con la misma pasión con la que hablaba hasta hace días de las jugadas de Cristiano, Messi, Xavi o Casillas, los ídolos cairotas por excelencia. Hay más suciedad y anarquía en la megalópolis árabe desde la caída de Mubarak, pero la pérdida del miedo a hablar parece, con diferencia, el mayor bien que ha reportado a Egipto la revuelta.
¿Qué ha sido del despertar islamista? «No estuvieron en Tahrir, staban agazapados y se destaparon con las elecciones legislativas», explica Mina Taleb, un joven comerciante copto. Los «moderados» Hermanos Musulmanes y los radicales salafistas de Al Noor eran los más organizados en todo el país y vencieron en las urnas.
Pero sus propias contradicciones internas los han enfrentado y anulado de cara a las presidenciales. El «hermano» Al Shater , claro favorito, fue eliminado con su propia medicina cuando se supo que su madre había pedido y obtenido la nacionalidad norteamericana. Los salafistas —humillados por torpezas varias, entre las que destaca la del dirigente que quiso hacer pasar por robo con agresión la cirujía estética de su prominencia nasal— han pedido el voto por el independiente Fotuh.
Mientras, el gobierno de transición se esfuerza por recuperar el vapuleado sector turístico, principal fuente de divisas de Egipto junto con el Canal de Suez. En un encuentro que acaba de celebrarse en el balneario de Marsa Alam , el jefe de la Organización Mundial de Turismo, el jordano Taleb Rifai, no ha dudado en afirmar que «cada visitante que venga. está apoyando la democracia en Egipto».
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