Del «Queremos a Mel» al «Fuera Mel»
Frente a la Casa Presidencial, donde se congregaban los partidarios de Manuel Zelaya, ya sólo hay militares. Sindicalistas y jóvenes vestidos de rojo -que insistían en «¡Queremos a Mel!»- fueron dispersados el lunes con gases lacrimógenos y pelotas de goma, dejando sesenta heridos. De poco ... sirvieron los gritos «¡El Ejército es del pueblo!».
Hasta que el toque de queda vacía sus calles, el resto de la ciudad ha vivido desde el domingo en aparente normalidad: negocios abiertos, gente trabajando -no tuvo respuesta la convocatoria a huelga general- y tráfico denso en horas punta.
Fueron los seguidores de Roberto Micheletti quienes, de blanco, ocuparon ayer la Plaza Central para mostrar su apoyo al presidente interino. «¡Fuera Mel!» y «!Que no vuelva!», eran las consignas. «Si Zelaya regresa, que lo haga arrepentido. Teníamos miedo de que Honduras se convirtiera en otra Venezuela», dice Carmen Rodríguez, maestra. «No hay militares en ningún puesto de poder, aquí no hubo golpe», interviene su compañera Gladis Gallardo.
«No queremos un régimen marxista-chavista», señala Fabrizio Amador, dependiente. Randolfo Bustillo, coronel en la reserva, reprocha que «Occidente no ve la amenaza de Irán -a través de Venezuela- a nuestra forma de vida. Las Fuerzas Armadas defendimos la democracia, temíamos convertirnos en el ejército de un partido único».
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