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Las presiones al Fiscal General adjunto dejan a Trump en entredicho

Asume ahora toda la responsabilidad de la destitución de Comey para desviar la atención

Trump, con su vicepresidente, Mike Pende, en la Casa Blanca AFP
Manuel Erice Oronoz

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A grandes males, grandes remedios… y cambio de discurso. En medio de una jornada frenética de acciones y reacciones provocadas por la fulminante destitución del director del FBI , encargado de la investigación de las presuntas conexiones rusas con el entonces candidato republicano, volvió a ... surgir Donald Trump en estado puro. Después de una carta de destitución a James Comey en la que atribuía su decisión a «la recomendación de la Fiscalía General», el presidente se ha visto obligado hoy a asumir plenamente la decisión, sin faltar al insulto: «Recibí las recomendaciones, pero de todas formas lo iba a destituir. Es un fanfarrón». El giro al mensaje, que mediante una entrevista en la cadena NBC dejaba a la intemperie todos los argumentos de defensa de Trump lanzados por el vicepresidente Mike Pence y por la propia Casa Blanca, se producía al trascender que el Fiscal General Adjunto, Rod Rosenstein, había recibido presiones del propio presidente para que asumiera sus argumentos. En plena confusión, el afectado, segundo de a bordo en la Fiscalía (su jefe, Jeff Sessions, se recusó por sus conversaciones previas con el embajador ruso), se presentó de urgencia para explicarse en el Comité de Investigación del Senado, en donde tendrá que comparecer en breve de manera formal.

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