Las negociaciones por el «precipicio fiscal» en EE.UU. tienen un obstáculo llamado Norquist
El juramento hecho por este activista en 1986 contra la subida de impuestos ha arrastrado el compromiso de la mayoría de los republicanos
emili j. blasco
Las negociaciones entre el presidente Barack Obama y los republicanos del Congreso estadounidense para un acuerdo sobre la reducción del déficit -el llamado «precipicio fiscal»- siguen encalladas, ante el anatema que para la oposición política es una subida de impuestos. Y esa posición dogmática se ... debe sobre todo a la cruzada de un único activista, Grover Norquist , cuyo juramento contra cualquier incremento de impuestos ha sido firmado por la mayoría de políticos republicanos.
El Juramento de Protección al Contribuyente fue lanzado por Norquist en 1986. Desde entonces, esa promesa por escrito ha contado con la firma de todo republicano que no quiere arriesgarse a parecer demasiado tibio en sus principios , en un contexto de creciente conservadurismo entre las filas del partido. Su aceptación ha sido universal: hasta las últimas elecciones, en el momento alto del Tea Party, que defiende ese mismo dogma, 238 de los 242 republicanos de la Cámara de Representantes y 41 de los 47 en el Senado se habían sumado a la campaña. Norquist, que no pertenece al Congreso ni nunca se ha presentado a unas elecciones, tiene con ello un enorme poder político.
Pero la crisis económica ha comenzado a resquebrajar la autoridad de Norquist . La necesidad de grandes recortes presupuestarios para rebajar el déficit y la gran deuda estadounidenses cuartean una actitud propia de tiempo de bonanza. La mayor parte de los economistas reconocen la conveniencia de combinar el recorte del gasto con un aumento de ingresos por impuestos . Obama plantea que estos últimos vengan del incremento de la presión fiscal sobre el 2% de los estadounidenses más ricos, mientras que los republicanos insisten en no subir impuestos a nadie, tampoco a esas rentas altas, de cuya actividad empresarial depende el crecimiento económico.
En esas complicadas negociaciones, en las que Obama tampoco da muestras de flexibilidad (rechaza el plan alternativo republicano de limitar las desgravaciones fiscales de los ricos) y además no desvela las partidas del gasto que recortaría, empiezan a haber voces que aseguran no sentirse obligadas por haber firmado el juramento de Norquist. De hecho, en las elecciones de hace un mes, el número de senadores firmantes ha bajado a 39 y el de diputados a unos 218.
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