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Dos prácticas crueles erradicadas por el islam

Los árabes de la era de Mahoma mataban con frecuencia a los bebés si eran niñas, enterrándolos vivos

Ilustración de un manuscrito musulmán del siglo XIII, uno de las pocos en los que aparecen figuras humanas ABC

FRANCISCO DE ANDRÉS

El feminicidio en bebés no es un recuerdo lejano en la historia humana. En China y en otros países, debido a la política estatal del hijo único o a la supervivencia de una cultura machista atávica, ese crimen sigue siendo un fenómeno actual. Pero en tiempos de Mahoma (Meca 570-Medina 632 d.C.), las tribus nómadas lo practicaban en la península arábiga en ocasiones de un modo especialmente cruel cuando el nacido no era varón. Una de las primeras realizaciones de la nueva religión coránica fue precisamente la erradicación de esa costumbre bárbara, que consistía muchas veces en enterrar vivas a las niñas nada más nacer.

En una de las expresiones del profeta recogidas en el Corán , Mahoma lanza una amenaza directa a los árabes que deseaban por todos los medios un hijo varón, y recurrían al infanticidio: «Cuando la niña enterrada viva sea preguntada por qué crimen la mataron...sabrá cada alma el resultado de sus obras» (sura 81, 8-9, 14). 

La extensión real de esa práctica entre los pueblos árabes antes del islam es objeto de debate entre los estudiosos. Algunos creen que el recurso al infanticidio se aplicaba también a los varones. El carácter politeísta de los árabes pre-islámicos -contra el que se rebeló Mahoma con todas sus fuerzas- llevaba a la creencia de que el sacrificio de los bebés calmaba a los dioses. La acción del islam fue, en ese terreno, similar a la que se produjo en América con la llegada de los españoles: las tribus indígenas -en particular las más débiles y más vulnerables a los sacrificios humanos- vieron literalmente el cielo abierto.

La mutilación de los cadáveres , para calmar el ansia de venganza, es otra de las costumbres salvajes erradicada desde el primer momento por el islam. Uno de los episodios de la vida de Mahoma relata cómo decidió acabar con esa costumbre, por inspiración divina, cuando sintió deseos de vengarse de los habitantes de la Meca que habían asesinado así a un grupo de musulmanes, entre los que se contaba un tío del profeta. La «inspiración» no llegó, sin embargo, más lejos. Una vez tomada la Meca por la fuerza, los combatientes de Mahoma llevaron a cabo muchas ejecuciones, no solo de guerreros mecanos sino también de compañeros que habían abandonado el islam e incluso de escritores satíricos.

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