Putin, el chapuzas

La cosa no ha pintado bien desde el momento en que las raciones de campaña para alimentar a los soldados rusos estaban caducadas desde hace más de una década y han tenido que robar comida en supermercados ucranianos como si fueran desesperados yonkis. Además, las fuerzas de Moscú han demostrado públicamente su falta de pericia para operaciones combinadas, una pésima logística, carencias de medios navales y aéreos, y gravísimas limitaciones en observación y la inteligencia, por no hablar de la baja moral entre sus filas.

La trascendencia de esta ñapa de Rusia en Ucrania trasciende lo militar hasta llegar a lo político. Putin, el chapuzas, contrasta con la narrativa cultivada por la derechita valiente sobre la eficiencia de los autócratas y Vladimir como el único líder metrosexual-iliberal capaz de hacerle la cobra a Occidente. Tanto baboseo estaba basado en la idea de que Putin era el futuro sin complejos frente al multiculturalismo, la corrección política, el globalismo y demás gilipolleces del orden liberal internacional.

Es cierto que el nacional-populismo, desde su irrupción electoral en 2016 en Estados Unidos y Gran Bretaña, no se ha cubierto de gloria en materia de gestión, empezando por la pandemia. Pero como explica Janan Ganesh en el Financial Times, la incompetencia demostrada por Putin en la campaña de Ucrania es un torpedo en la línea de flotación de sus admiradores, obsesionados con el hombre fuerte que no pierde el tiempo con procedimientos, papeleo o el estado de derecho. Y que, con o sin camisa, es capaz de solventar, obtener resultados, e incluso hacer que los trenes lleguen a su hora.