Divisiones y dudas debilitan a la coalición internacional contra Gadafi

De acuerdo a las explicaciones ofrecidas por el presidente Obama, que por ahora había dejado la intervención en Libia en manos de Hillary Clinton , tras los primeros ataques encaminados a destruir las defensas aéreas de Gadafi se va a producir una "transición" en la que otros aliados asumirán un mayor protagonismo. Para el ocupante de la Casa Blanca, "obviamente nuestras fuerzas se encuentran ya al máximo de su capacidad" y se requiere la cooperación internacional para "aliviar la carga sobre los militares y los contribuyentes de Estados Unidos".

El Pentágono , que viene insistiendo en aportar sólo sus exclusivos recursos militares, no ha querido comentar sobre los costes económicos de la operación "Odisea del Amanecer". Pero un informe independiente publicado este mese por el Centro de Análisis Estratégicos y Presupuestarios ha estimado que hacer realidad una zona exclusión sobre Libia costará al menos 400 millones de dólares. Y otros 100 millones de dólares a la semana para mantenerla en vigor con vigilancia constantes. Solamente la inicial salva de misiles de crucero "Tomahawks" lanzados el sábado por la noche habría costado 55 millones de dólares.

En sus declaraciones acompañado del presidente chileno Piñera, Obama ha intentado conciliar las dudas sobre la estrategia en Libia. Según el líder estadounidense, "la comunidad internacional se ha movilizado y ha dicho que tenemos que detener potenciales atrocidades en Libia y facilitado un amplio mandato junto a una misión específica". Pero desde el punto de vista de Estados Unidos, Obama ha insistido en que existe "un amplio abanico de herramientas" más allá de los esfuerzos militares para terminar con la dictadura de Gadafi.

Entre esas opciones para "arrinconar" al coronel Gadafi, la Administración Obama cuenta con el aislamiento diplomático, la reducción de los resortes de su poder absoluto y estrictas sanciones. Además de la esperanza de forzar un motín interno en la cúpula del régimen libio. Pero algunos aliados europeos como París o Londres consideran más relevante el uso de la fuerza. Diferencias, acompañadas de peticiones para un mayor protagonismo de la OTAN, que el presidente Obama podrá discutir en persona a finales de mayo durante su confirmada gira por Europa con paradas en Irlanda, Gran Bretaña, Francia y Polonia.

El consejero de seguridad nacional de la Casa Blanca ha negado los reproches de parlamentarios demócratas y republicanos en Washington sobre falta de explicaciones debidas para justificar la acción armada en Libia. Según Tom Donilon, el presidente Obama "ha sido absolutamente claro con el pueblo americano, con el liderazgo del Congreso, con nosotros y la cúpula militar de que es una misión concreta; que la contribución americana es bastante concreta y limitada en tamaño , duración y a las cosas únicas que Estados Unidos pueda aportar".

En el frente internacional, el respaldo a la intervención en Libia también ha empezado a debilitarse. La Liga Árabe ha empezado a expresar su preocupación sobre supuestas víctimas civiles durante los ataques sucesivos iniciados el sábado. En Moscú, el primer ministro Vladimir Putin ha cuestionado la intervención del Consejo de Seguridad autorizando el uso de la fuerza en Libia por diez votos a favor y cinco abstenciones, incluida la de Rusia. Según Putin, la resolución 1973 es "defectuoso y viciada", además de recordar a "llamamientos medievales para las cruzadas".

Una parte de las crecientes tensiones registradas en la comunidad internacional habría sido inspiradas por el protagonismo de Francia, con acusaciones de haber lanzado los primeros ataques aéreos contra Libia sin informar adecuadamente a sus aliados. El malestar habría llegado hasta el extremo de una abrupta salida de los representantes de Francia y Alemania en una reunión celebrada este lunes por el Consejo Atlántico Norte, órgano decisorio de la OTAN. Las salidas en protesta de los embajadores francés y alemán se habrían producido después de que el secretario genera de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen , criticase a París por complicar la intervención de la Alianza Atlántica y a Berlín por no participar activamente.