EE.UU nombra a un fiscal especial contra los abusos de la CIA

El Fiscal General de los Estados Unidos, Eric Holder Jr., ha decidido la creación de una fiscalía específica para investigar la docena de casos documentados en los que agentes de la CIA habrían violado las leyes anti-tortura. El encargado de esta tarea será John ... Durhman, un fiscal de Connecticut, según informan fuentes citadas por el Washington Post . Un informe del Departamento de Justicia de Estados Unidos recomienda darle la vuelta a la decisión de Barack Obama de pasar página de los posibles abusos de la CIA en la era Bush e investigar por lo menos una docena de casos. Se abre entonces la veda para la caza de brujas tanto de agentes de la inteligencia norteamericana como de contratistas externos involucrados en duras técnicas de interrogatorio como las que se han venido conociendo últimamente. Y que han llegado a incluir convencer a un detenido de que se estaba asesinando a tiros a otro en la habitación de al lado –y de que él podía ser el siguiente- o amenazarle con un taladro eléctrico .

Toda esta oleada de revelaciones ha venido encabezada por The New York Times . También era este periódico el que ayer abría su portada con la noticia de que el fiscal general, Eric Holder, haría públicos los escabrosos informes. Y quizás aprovecharía para dar a conocer su decisión de nombrar a un fiscal especial para que investigue las posibles ilegalidades cometidas por la CIA.

No sólo se trata de ejecuciones simuladas. Hay gente muerta bajo custodia en condiciones no aclaradas y casos específicos de tormento físico y mental que, aunque no todo el mundo está de acuerdo en si deben o no encuadrarse bajo la denominación de tortura, al darse a conocer al mundo han causado consternación. Por supuesto la han causado en primer lugar entre los activistas de la Unión Americana de Libertades Civiles ( ACLU ), que ahora mismo están enzarzados en una dura batalla de trapos sucios con la antigua Administración y con parte de la nueva: ellos acusan a la CIA de interrogar brutal e ilegalmente, la CIA les acusa a ellos de mostrar también ilegalmente fotos de agentes secretos –algunos de ellos infiltrados- a los detenidos de Guantánamo.

Pero la consternación no se detiene ahí. Ha golpeado duramente al Capitolio y a toda la sociedad. No es la clase de debates que ayudan a Obama ni a priorizar otros puntos de su agenda política ni mucho menos a obtener fondos y apoyos para la guerra aún pendiente en Afganistán y en Irak.

La primera idea del presidente Obama era poner fin a las prácticas ilegales o más escandalosas pero abstenerse de pedir cuentas retroactivas. En contra de hacerlo jugaban una considerable maraña de contraindicaciones jurídicas y políticas. Para empezar esto podría ser considerado como una declaración de guerra total no ya contra la Administración Bush sino contra el partido republicano en pleno.

¿Y las cárceles secretas?

¿Le interesa a Obama abrir esta caja de Pandora y empeñar su capital político en ello? Al principio parecía que no pero puede haber cambiado de opinión ante la firmeza –y sobre todo el éxito- con que los republicanos se oponen a su reforma sanitaria. Puede tratarse de un intento de cambio de cromos . También puede ser simplemente un asunto que al presidente se le escapa de las manos desde el momento en que determinados datos atroces salen a la luz pública. Haciendo muy difícil que la Casa Blanca mire para otro lado.

Otra cuestión es por qué salen estos datos ahora y no antes. Y si va a salir todo lo que hay o quedarán esqueletos en el armario. En principio se habla de una docena de casos que curiosamente no estarían centrados en las cárceles secretas de la CIA sino en centros “oficiales” en Irak y en Afganistán.

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