Neda, inocencia y frustración de la mártir iraní
El líder supremo iraní Alí Jamenei es muy consciente del poder que tienen los mártires en la tradición islámica chií. Por eso prohibió el funeral público de Neda, exigió a la familia retirar los signos de duelo y guardar silencio. Lo sabe porque él mismo ... lo vivió en enero de 1979, con la salida del Sha y el regreso del ayatolá Jomeini. Los asesinatos de estudiantes y los ciclos de luto cada 40 días sirvieron de catalizador a la revolución que creó la república islámica.
Y como cada revolución necesita sus símbolos, ahí está el rostro ensangrentado de Neda Agha-Soltan, la joven de 26 años abatida por un disparo en el pecho el 20 de junio. Neda se ha convertido en el «ángel de Irán», el símbolo de la ola verde que recorre el país desde que el líder reformisa Mir-Husein Musavi denunció fraude electoral en los comicios del 12 de junio que dieron la victoria al presidente Ahmadineyad.
Un vídeo de 37 segundos grabado con un móvil y colgado en internet mostró al mundo la agonía de la hermosa iraní que se desangró en plena calle y murió en menos de un minuto por el disparo de un miliciano basij. A su lado, su profesor de música y un médico intentan reanimarla sin éxito.
Desde entonces los manifestantes piden justicia y el Gobierno inventa teorías como que la CIA está detrás de su muerte. «Cada revuelta necesita una imagen que aúne frustración e inocencia. Y eso es justo lo que significa Neda», comenta la escritora iraní Roya Hakakian desde EE.UU. Las imágenes han jugado un gran papel en los cambios sociales. Ahí están las figuras esqueléticas de los campos nazis de concentración. O la niña vietnamita que corre desnuda, con su cuerpo quemado por el napalm.
Lo último que nos llega sobre Neda es que las autoridades han obligado a su familia a dejar la casa que ocupaban en la cuarta planta de un edificio en la calle Meshkini. Quieren evitar concentraciones frente a su puerta.
Y lo que ya nos habían contado es que Neda («llamada divina» en farsi) estudiaba filosofía islámica en la universidad privada Azad y aprendía turco para ser guía turística.
La segunda de tres hermanos, vivía con sus padres (él funcionario; ella ama de casa) en Tehranpars, barrio de clase media en el este de Teherán. Era una joven «llena de vida» que trabajaba en la agencia de viajes familiar. Calmada y con sentido del humor. «Más espiritual que religiosa». Fan de la música pop, cantaba y tocaba el violín, aunque lo había dejado por el piano.
No estaba politizada
Neda viajaba cuando podía. Había estado en Dubai, Tailandia y Turquía, país donde conoció a su novio dos meses antes del disparo que acabó con su vida. Caspian Makan, de 37 años, asegura que Neda no estaba politizada ni apoyaba a ningún candidato.
«Todo lo que pedía era el recuento de los votos en una protesta pacífica», insiste el profesor que la acompañaba.Ambos se dirigían a la marcha en coche. Parados en caravana, salieron a tomar el aire. De repente Neda cayó al suelo. «Jamás había visto algo así. La bala parecía haber explotado dentro del pecho y empezó a sangrar por la boca y la nariz», cuenta a la BBC el médico que la atendió.
Ya se han cumplido siete días de su muerte. A los 40 la multitud volverá a llorarla, como manda la tradición.
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