Mustafá, líder de la nueva Libia
Los rebeldes se organizan en un Consejo Nacional cuya figura visible es el ex titular de Justicia del régimen
MIKEL AYESTARÁN
Mustafá Abdeljalid se siente seguro en Bayda, su ciudad natal. Aquí vive junto a su familia en una casa construida a las afueras, donde se llega tras pasar por la mansión de Safia Gadafi, segunda esposa del líder libio natural también de esta localidad, situada ... apenas a 200 kilómetros del este de Bengasi. Padre de 8 hijos, dos de los cuales viven en el Reino Unido, desde que fuera designado cabeza visible del Consejo Nacional —órgano rebelde que trata de llenar el vacío originado por la caída por el régimen—, vive acompañado noche y día por dos guardaespaldas, un hermano y un primo suyo también naturales de Bayda.
En su pueblo la gente le adora. Nadie le reprocha su pasado vinculado al régimen como responsable del Ministerio de Justicia. «Porque fue el único que plantó cara a Gadafi de verdad y el único ministro que criticó en público la falta de reformas en el país», aseguran sus colaboradores. Pero su cuota de popularidad entre la población termina de dispararse al ser el primer alto cargo del sistema en presentar su renuncia y unirse al bando revolucionario. «Fue la señal que necesitaba la revuelta en las calles para saber que era el comienzo del fin de una era», piensan en el hotel Lolloat Al Khalij, un sencillo establecimiento en el centro de la ciudad que se ha convertido en un auténtico cuartel general y que hace honor a su fama de hombre espartano y que nunca se enriqueció a costa de régimen.
Cargos secretos
Estos últimos días vive entre Bengasi y Bayda. El mundo mira los movimientos de la Libia liberada y él es la cara visible de ese consejo formado por 31 nombres, de los cuales sólo 8 se han hecho públicos debido al riesgo que corre el resto por encontrarse en zonas que aún no están bajo el control total de la revolución.
Tras ejercer de juez durante gran parte de su vida, aceptó el reto de ocuparse del Ministerio de justicia libio, cargo que ostentó durante cuatro años y desde el que intentó promover un cierto aperturismo dentro del régimen. Buena parte de sus compañeros de aventura en el Consejo Nacional son viejos colegas del mundo de las leyes que tras sufrir la represión del sistema ahora trabajan por el cambio. Nombres como el del antiguo decano de la Universidad de Bengasi, Adula Almehub, obligado a renunciar a su cargo tras sus repetidas críticas al sagrado Libro Verde de Gadafi; la responsable de Asuntos de la Mujer, Sawa Eltachili, o el portavoz o número dos del nuevo órgano, Abdul Hafiz Goga.
«Se trata de una mezcla entre gente del mundo de la ley y antiguos funcionarios del régimen reconvertidos para la causa», explican sus allegados. Entre estos funcionarios destacan algunos diplomáticos como Mahmoud Gebreel o Ali al-Essawi —ex embajador en India—, que se encargan con las trascendentales relaciones con la comunidad internacional y que cuentan con el apoyo del gran grupo de embajadores que han dado la espalda a Gadafi desde el inicio de la revuelta para unirse a la oposición.
El factor tribal
Abdeljalid trabaja desde la sombra. Tiende puentes con las tribus y uno de sus mayores logros ha sido conseguir que ninguna de ellas se posicione contra la revolución. «Los apoyos que tiene Gadafi entre las tribus se deben a la compra de ciertas personas influyentes. Esto le ha permitido que no se le echen encima, pero no ha logrado que le apoyen en la lucha contra la revolución», asegura Gedreel, ex diplomático libio en Bosnia y Herzegovina y en Nueva York que es el nuevo asesor político del líder en el Consejo Nacional.
Graniza en Bayda. La carretera se tiñe de color blanco haciendo honor a la localidad que también significa blanco en árabe. El frío y la inestabilidad política dan a las calles un aspecto fantasmagórico con las tiendas cerradas y apenas gente en las aceras. Nada indica que este sea el epicentro del Consejo Nacional que se prepara para regir el destino del país norteafricano, pero desde aquí Mustafa Abdeljalid mueve los hilos del nuevo gobierno en la sombra de este país.
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