Volando sobre Kabul en monopatín

Muchos niños se unían corriendo y gritando a los patinadores durante su tránsito por la ciudad, mientras que otros mirones, más entrados en años y desconocedores de la disciplina, no perdían ocasión de comentar y reirse de sus ocasionales caídas. El escenario final fue el parque en el que se halla la escuela de la oenegé, que está situado junto al estadio deportivo de Ghazi, el lugar en el que los talibanes solían llevar a cabo ejecuciones públicas cuando estaban en el poder, entre 1996 y 2001. Allí, y ante la mirada sorprendida del público kabulí, poco acostumbrado a esas cabriolas, se desarrolló una competición por categorías en la que chicos, chicas y discapacitados pudieron demostrar las destrezas adquiridas en los últimos años.

La afición por el monopatín en Kabul comenzó hace cuatro años, con la llegada del director de la escuela «Skateistan», Oliver Percovich, empeñado con sus tablas en difundir este deporte como forma de promover la paz y el entendimiento intercultural . «Nos olvidamos de la guerra y del terrorismo y nos centramos en el deporte. En mi caso, la pasión me empujó hacia el monopatín para aprender (a dominarlo) y convertirme en profesional en el futuro», comentó María Sadad, de 17 años de edad. «Me produce orgullo montar en monopatín, porque yo sé montar pero mis vecinos, no. Cada vez que juego enfrente de nuestra casa todos los demás niños vienen a verme. Me siento bien», aseguró por su parte Mustafá, de 14 años.

Sadad o Mustafá son algunos de los 400 estudiantes que hay actualmente en «Skateistan», donde los adolescentes no solo se curten en el dominio de la tabla sino que aprenden otras enseñanzas, como matemáticas, hacer fotos, usar marionetas o recitar el Corán. En Afganistán hay desplegados en la actualidad unos 150.000 soldados extranjeros, en lucha contra los insurgentes talibanes desde el año 2001, pero el país, para desesperación de la población civil, lleva en guerra más de tres décadas . Y, pese al carácter conservador de la sociedad afgana y las cicatrices que la guerra ha dejado y sigue dejando en sus gentes, la respuesta de la juventud afgana ante el deporte como vía de escape es, aunque muy pequeña en número, esperanzadora.

El «Día Mundial del Monopatín», por ejemplo, ha ido ganando afluencia desde su primera puesta en escena en Kabul, en 2009, cuando tuvo 40 participantes: en 2010 fueron ya 160 y este año se acercó a los 200, según la organización.

En vista del creciente interés, «Skateistan» ha obtenido el permiso de las autoridades de la provincia septentrional de Balkh , una de las más tranquilas de Afganistán, para construir un segundo complejo de la organización en la capital regional, Mazar-i-Sharif. Los trabajos para poner a punto las instalaciones, en un terreno de 6.000 metros cuadrados, deben terminar a finales de 2011, según calculan los responsables de «Skateistán», que esperan que unos 1.000 aprendices puedan aficionarse a la pasión por el monopatín. Será gente como el kabulí de 14 años Faisal Amir: «Cuando veía competiciones de 'skate' por televisión esperaba que algún día nuestro país tuviese un equipo de monopatín y yo fuera uno de sus miembros, y finalmente hice realidad mi sueño». O como el ganador de la competición de este año, Mohamed Bilal Mirbatzai, un chaval de 15 años que no puede mover sus piernas y que ha encontrado, sentado en su monopatín, una alternativa divertida para volar con habilidad por las calles de la inhóspita Kabul.