Zemmour dirige la orquesta

Al igual que las corrientes populistas en el mundo anglosajón, ofrece soluciones sencillas a problemas muy complejos e identifica a sus enemigos claramente, sin ocultar sus inclinaciones antieuropeas y xenófobas. Zemmour ha entendido cuáles son los miedos de muchos y construye su plataforma con una narrativa emocionante sobre la seguridad, el patriotismo, las raíces y la civilización francesa.

Con la izquierda desaparecida en las encuestas, tanto Emmanuel Macron como la derecha republicana esperan que Zemmour debilite a Marine Le Pen y les allane el camino. Al mismo tiempo, rivalizan con él como garantes del resurgimiento de Francia. El candidato conservador en cabeza, Éric Ciotti, pide romper tabúes y afirmar la autoridad del Estado. Valérie Pécresse, la otra republicana al alza, propone convertir los colegios en «fábricas de franceses» y reivindica con orgullo la historia de su país. Macron, por su parte, ha subido los decibelios en su pugna con el Gobierno británico, con la intención de demostrar firmeza y liderazgo. Pero combina el mensaje central de su campaña, la promesa de más seguridad, con gestos como el homenaje a Josephine Baker, enterrada en el Panteón. Ensalza a esta gran artista afroamericana, espía antinazi y activista a favor de los derechos civiles como símbolo de la diversidad y la apertura a otras culturas.

De aquí al mes de abril los candidatos hablarán muy poco de economía, tecnología digital, Europa o China, al menos mientras Zemmour siga dirigiendo la orquesta.