Cien días de guerra

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg , ha acertado al recordar que lo que ocurra en el campo de batalla determinará los términos de la futura paz. El cansancio se nota tanto en Washington como en las capitales europeas. Joe Biden se centra estos días en la batalla contra el ‘lobby’ de las armas de fuego y en la lucha contra la inflación. Es muy probable que su partido pierda el control de las dos cámaras en las elecciones de noviembre. El presidente pasaría a ser lo que en política americana se denomina un pato cojo, lo que también afectaría su liderazgo internacional.

En nuestro continente, Hungría ha conseguido salirse con la suya y seguir importando petróleo ruso. Emmanuel Macron bastante tiene con frenar la oleada populista desde los extremos ideológicos. Una Alemania sin el liderazgo de Angela Merkel , ahora injustamente denostado, es incapaz de poner orden entre los 27 socios. El Consejo Europeo debate con cierta frivolidad un futuro y muy hipotético ingreso de Ucrania en la Unión , en vez de priorizar que las sanciones sean sostenibles en el tiempo. La ecuación «más ayuda militar y sanciones energéticas más inteligentes» serviría para abordar con eficacia un conflicto de larga duración. El objetivo de la coalición internacional debe ser que Ucrania alcance al menos una victoria moral y que Rusia acabe aceptando una victoria pírrica.