Interrogatorios S.A: cuando el waterboarding es negocio
Con el cambio de aires políticos no sólo van a rodar cabezas de agentes de la CIA. También pueden dar con sus huesos en la cárcel algunos de sus proveedores. Como Jim Mitchell y Bruce Jensen, dos psicólogos militares retirados que vieron abrirse un filón ... de negocio con los atentados del 11-S: “vender” a la central de inteligencia norteamericana sus conocimientos sobre cómo interrogar sospechosos para sacarles información al máximo. Ellos se han hecho de oro –llegaron a embolsarse entre 1.000 y 2.000 dólares diarios por sus servicios- pero Estados Unidos se ha cubierto de gloria.
Daba igual que el uno se doctorara con una tesis sobre cómo combatir la hipertensión y el otro con otra sobre la terapia de familia . O que ninguno de los dos tuviera ni la más mínima especialización en Al Qaida. Aún así “Doc Mitchell” y “Doc Jessen”, como eran conocidos en el mundillo del ejército y de los servicios secretos, fundaron una próspera empresa elocuentemente llamada Knowledge Works (El Conocimiento Funciona).
Mitchell fundó Knowledge Works en Florida, a donde se retiró al jubilarse como psicólogo de una unidad de cuerpos especiales de élite en Carolina del Norte. La idea era sacarse un extra para redondear la pensión. Una idea audaz después de toda una vida de ideas audaces, que ya empezó entrando en el ejército para salir de pobre y para “vivir aventuras”.
Jensen tiene un perfil más reconcentrado y menos emprendedor. Criado como mormón, en los años ochenta accedió como psicólogo al programa SERE, llamado así por las siglas en inglés de Supervivencia, Evasión, Resistencia y Escape. Este programa se implementó para formar a los soldados norteamericanos para resistir interrogatorios salvajes. ¿Cómo de salvajes? Pues los utilizados por los torturadores chinos con los prisioneros de la guerra de Corea.
Cabalgando sobre el tipo de euforia por la mano dura que siguió al 11-S, Doc Mitchell y Doc Jessen consiguieron colarse en los más selectos conciliábulos gubernamentales de qué hacer con Al Qaida. De ellos fue la idea de copiar a los chinos y aplicar a los sospechosos de terrorismo técnicas de interrogatorio como las que el programa SERE combatía. Y no sólo eso. The New York Times citaba ayer el testimonio de Martin E. P. Seligman , un eminente psicólogo que en el 2001 recibió horrorizado las felicitaciones de Mitchell por sus trabajos sobre el desamparo inducido. Seligman había demostrado por ejemplo que perros a los que se induce a creer que no pueden hacer nada por defenderse de un maltrato –por ejemplo, descargas eléctricas- se vuelven apáticos y pierden totalmente la capacidad de intentarlo. Lo cual es sólo el primer paso para quebrantar totalmente su moral y su espíritu. A Seligman nunca se le había ocurrido que nadie tratara de aprovechar sus técnicas para el interrogatorio de seres humanos.
A Mitchell y a Jensen se atribuye responsabilidad directa en la dureza del interrogatorio de Abu Zubaydah, el presunto “miembro clave” de Al Qaida que fue sometido a waterboarding o ahogamiento simulado hasta 86 veces, hasta que se constató que en realidad era una persona insignificante que casi no tenía nada de qué informar. Ni siquiera este fracaso disuadió a los “docs” ni a sus clientes de la CIA, entusiasmados con la autoridad “psicológica” con que defendían semejantes prácticas. Que se siguieron aplicando a pesar de su nulo éxito casi hasta el cambio de Administración.
Después de este cambio llega la hora de hacer balance, y lo “docs” no sólo han perdido su suculenta subcontrata sino que podrían enfrentarse a responsabilidades penales. Barack Obama ha dado a entender que no perseguirá a ningún agente de la CIA por haber cumplido órdenes. Pero estos dos no eran agentes de la CIA. Con lo cual están entre los primeros de la fila para pagar el pato.
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