Un experto en combate urbano desvela a ABC por qué las ciudades serán la tumba del ejército ruso
Alejandro Ocón Casal, instructor de CQB, analiza las dificultades de combatir calle a calle o en el subsuelo de Ucrania
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónNo han pasado ni dos semanas desde que el retumbar de los cañones y el silbar de los proyectiles coparon Kiev. Macabra sinfonía de un sistema de combate que los rusos bautizaron como ‘ Doctrina Grozni ’ en 1999, pero que ya fue implementado por ... Iósif Stalin en la Segunda Guerra Mundial: la destrucción sin paliativos, artillería pesada mediante, de las grandes ciudades enemigas. Todo con un objetivo claro: huir del combate urbano para evitar el torrente de bajas que se sucede cuando la infantería avanza calle a calle. Tan solo unas pocas urbes ucranianas han padecido esta pesadilla; y de todas, la que más ha trascendido ha sido Mariúpol, cuyos últimos defensores resisten todavía en el laberinto subterráneo escondido bajo la acería Azovstal .
Mariúpol es el testimonio vivo del infierno que supone luchar en las ciudades para tropas inexpertas como los soldados de reemplazo rusos; el enésimo error de Vladímir Putin . Porque, como bien explica a ABC Alejandro Ocón Casal , «el combate urbano es, con casi total seguridad, el más complicado y peligroso que nos podemos encontrar». Aunque hoy le separan más de dos mil kilómetros de la península, este experto en guerra calle a calle no puede esconder su origen. Al otro lado del teléfono, un marcado acento gallego le delata. El mismo que ha paseado como instructor en varias partes del mundo.
Ocón, miembro de la Asociación de Seguridad y Apoyo a la Defensa y de la Asociación Histórico-cultural ARHEM , lleva a sus espaldas una infinidad de cursos de combate urbano y CQB (’Close quarters battle’, en el interior de edificios). Fuera de nuestras fronteras ha entrenado con el BOPE (Batalhão de Operações Policiais Especiais), unos maestros en las operaciones quirúrgicas dentro de las favelas de Río de Janeiro; y en España ha hecho lo propio con el SAS y los paracaidistas británicos. Sabe por tanto lo que es luchar en ciudades. «Es muy ventajoso para los defensores. Media decena de combatientes pueden detener a una compañía entera», apostilla. Y todavía más si conocen el terreno, ya sea la localidad en la que han crecido, o una acería con décadas de historia.
En el foco del desastre
Lo más peligroso del combate urbano, afirma, es que el enemigo lucha en todos los planos posibles. No solo a ras de suelo, sino también desde «estancias superiores como edificios o inferiores como sótanos». Eso hace que entrar en una ciudad hostil sea meterse en la boca del lobo. Lo aprendieron los alemanes en Stalingrado y hoy, también los rusos. Cada ventana puede convertirse en un nido de ametralladora o en el escondite de un francotirador. «Hay que tener en cuenta muchos factores. Uno de ellos es la altura. Si nos movemos cerca de la pared de un bloque, el enemigo tiene que asomarse mucho para poder hacer fuego hacia abajo, y se transforma en un blanco fácil», sentencia. Aún así, una ventana abierta es sinónimo de peligro.
Para Ocón, las claves son el entrenamiento y la coordinación: «En un pelotón de diez soldados, y dependiendo del nivel de peligro que exista durante el avance, los dos primeros se encargan de la vanguardia en altura y profundidad; los dos últimos de la retaguardia en altura y profundidad y los del medio, de proteger las alturas». La presencia de civiles termina de complicar este cóctel de locura. «Como siempre digo, somos el escudo de la población. No debes hacer fuego a la ligera porque una bala puede atravesar la pared y dañar a una persona». Es algo que el contrario aprovecha, pero que hay que asumir. « No lo olvidemos: somos los buenos ».
Dentro de los edificios la situación es igual de compleja. No todo es dar una patada en la puerta y acceder fusil en ristre. «Eso es, de hecho, una estupidez. Si lo haces y el enemigo ha colocado un IED (explosivo improvisado) detrás, estás muerto», explica Ocón. El primer paso es asegurar un perímetro alrededor para que nadie entre ni salga. A continuación, el grupo de ‘limpieza’ toma protagonismo. «Lo ideal, aunque para ello se necesita mucho personal, es que cada pelotón se encargue de una vivienda. Esto reduce los riesgos», completa. Todo debe estar medido al milímetro; un disparo fuera de lugar puede provocar el caos y derivar en fuego amigo. «Hay tres principios básicos en estas situaciones: seguridad, comunicación para conocer el progreso de tus compañeros por el interior y cohesión», completa.
Los ‘puntos calientes ’ en CQB son infinitos: una escalera, una esquina... El enemigo tiene capacidad de utilizarlos para crear cuellos de botella en los que el número no sirve para nada. Es cierto que los asaltantes pueden valerse de explosivos pero, en ocasiones, son igual de peligrosos para ellos. Lo mejor, una vez más, es el adiestramiento y la memoria muscular. «Con mucho trabajo se puede aprender a disparar a hombro cambiado. De esta forma evitas exponer tu cuerpo entero en algunas esquinas. En pasillos cortos, de hasta diez metros, es factible a pesar de que reduce la puntería», incide. También es clave contar con una ruta para evacuar a los heridos de forma rápida, y eso exige asegurar un corredor a través del edificio.
Bajo el suelo
El combate en túneles, ese que podría darse en los corredores de la acería de Azovstal, supone un escalón más de complejidad. «Para empezar, la visibilidad suele ser escasa o nula, lo que nos obliga a utilizar gafas de visión nocturna», dice. Eso deja los ojos de los asaltantes a merced del enemigo. «La luz estroboscópica, que emite destellos breves de forma rápida, te puede cegar». Por descontado, la escasez de luminosidad obliga a los asaltantes a tener extremo cuidado con los explosivos y las trampas. Pueden ser desde una granada atada a un fusil, hasta un explosivo introducido en una caja. «Fueron muy utilizadas en la Segunda Guerra Mundial . El límite es la imaginación del defensor», completa.
Ocón insiste en que no existe una fórmula mágica para combatir en túneles. Para empezar, porque depende de su tamaño y de sus características. El mejor truco, confirma, es estar mejor preparado que el enemigo: «En espacios tan estrechos es muy importante el manejo del arma. Es clave saber hacer una transición natural entre el fusil y la pistola, cambiar el cargador a toda velocidad y poder solucionar pequeños problemas mecánicos sobre el terreno». Lo idóneo es apostar por el sigilo, aunque, si empiezan los disparos, él se valdría de la agresividad y de las ‘reacciones explosivas’. «Me lo enseñaron en el BOPE. Si dudas estás perdido», finaliza.
Ríe cuando se le hace referencia a películas como ‘La roca’, donde los protagonistas acceden a una prisión a través de corredores subterráneos. Y no porque sea un largometraje poco realista, sino por los errores que ha extendido Hollywood a manos llenas. «¿Un ejemplo? Hay muchos. El más recurrente es que disparan a ráfagas siempre. Eso es inviable porque, en un entorno hostil, la munición es limitada». También le escuece, aunque suceda mucho menos en los túneles, que los militares se cubran detrás de sus vehículos. «Si le disparas a un coche con una nueve milímetros, lo atraviesas. Los únicos lugares seguros son tras el bloque del motor y las ruedas. Detrás de la puerta estás vendido». La guerra, que poco tiene de ficción.
Armas para la lucha urbana
FUSILES DE ASALTO
Los idóneos son los que tienen unas dimensiones reducidas y una culata plegable. En España, el ejército usa el G36-E y su versión corta. El calibre de la munición es el 5,56 mm, efectiva a menor distancia que sus hermanas mayores, pero más liviana.
SUBFUSILES
Compactos, ligeros y manejables. Su efectividad a larga distancia es menor (entre 100 y 200 metros), pero permiten encarar el cañón al enemigo con rapidez. La FN P-90 , la MP7 y la MP5 son las armas más populares de este grupo.
ESCOPETAS
Perfectas para el CQB. Son efectivas a muy corta distancia, unos 50 metros, pero cuentan con gran poder para derribar al blanco y un buen radio de acción. El Ejército de Tierra adquirió hace poco la M4A1 de Beretta Benelli Ibérica .
PISTOLAS
Válidas como complemento o arma secundaria por si el soldado tiene problemas con su arsenal principal. Su pequeño tamaño favorece una buena transición en caso de que el fusil se encasquille. En España se utiliza la Glock G43 .
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete