La UE exige a Klaus firmar el Tratado de Lisboa antes de aceptar sus exigencias

El primer ministro checo, Jan Fischer, vino ayer a Bruselas para explicar la situación del proceso de ratificación al presidente de la Comisión, José Manuel Barroso. Ambos dijeron que el presidente checo, Vaclav Klaus, firmará y que el Tratado de Lisboa entrará en vigor «antes de fin de año» o «a primeros del año que viene», que hasta en esto hay matices. Para ello, Fischer ha dicho en Bruselas que se necesita un «párrafo» en un protocolo anexo que incluya las nuevas exigencias del presidente checo y, a cambio, él se dispone a arrancar un compromiso en el que Klaus acepte no seguir poniendo obstáculos al proceso de ratificación.

La excepción

Barroso recordó ayer que fue el propio Klaus, en su periodo de primer ministro, quien envió la carta pidiendo el ingreso de la República Checa en la UE y quien firmó el tratado de adhesión. En estos momentos, sin embargo, «los gobiernos de los 27 países han firmado el Tratado de Lisboa y han tomado la decisión democrática de ratificarlo. Sólo hay un país que no ha completado el proceso. Respetamos su procedimiento constitucional, sabemos que hay un recurso en el Tribunal Constitucional y en cuanto se resuelva esperamos que se firmará sin retrasos. En Europa se trabaja dando por hecho la buena fe de todos los responsables y esperamos que no aparecerán más obstáculos artificiales».

En cuanto a las nuevas exigencias de Klaus, para que se excluya expresamente la posibilidad de un recurso de los checos de origen alemán expulsados de los Sudetes después de la II Guerra Mundial, el presidente de la Comisión ha remitido al presidente checo a la presidencia sueca, pero con el criterio de que «no estamos obligados a hacer nada que no se haya pedido a otros».

Fischer , por su parte, recordó que fue él como responsable de la presidencia checa, el semestre pasado, quien negoció el pequeño protocolo que ha servido para que los irlandeses voten por segunda vez el Tratado, de manera que también conoce los mecanismos que se pueden aplicar ahora. El primer ministro checo acepta, por lo menos, excluir cualquier solución que modifique el tratado y que pudiera obligar a repetir el proceso de ratificación en todos los países. También Barroso entiende que «no tiene sentido y sería absurdo reabrir el debate sobre un tratado que ha sido ratificado por 26 países». En ese marco, el Gobierno checo propone «una breve declaración política que sería añadida al tratado en forma de protocolo» después de un acuerdo del Consejo Europeo.

Pero la UE está dispuesta a volver del revés este argumento y exige al Gobierno checo que negocie con Klaus una garantía de que si acceden a negociar las nuevas exigencias, no habrá nuevos pretextos después que sigan bloqueando el proceso, y que el presidente Klaus firmará el instrumento de ratificación.

Un portavoz de Klaus ya había dicho ayer mismo que ésta podía no ser la última exigencia del presidente de la República, pero Fischer afirmó en Bruselas que no estaba al corriente de este extremo. Al contrario, el primer ministro admitió que sería necesario que acuda al Consejo Europeo de fines de este mes con una garantía firme de que Klaus firmará.

La presidencia sueca está hecha un lío en los planes de pactar los nombramientos para los puestos de presidente del Consejo y de Alto Representante. Aunque ya ha empezado la discusión a nivel de embajadores sobre la creación de un servicio exterior común europeo, nadie se ha atrevido a destapar el capítulo de los nombramientos. Si el caso checo se resolviera en el próximo consejo, a Suecia sólo le quedaría el de diciembre para no tener que ceder a España esta tarea crucial.