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Evita: entre ficción y realidad

Primera dama de Argentina y actriz

Eva Duarte pasea en coche, en Buenos Aires Reuters

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El tiempo de espera de José María de Areilza , embajador de España en Argentina, había cruzado la frontera de lo aceptable. Con exquisitos modales, el político se interesó por las razones del retraso. El edecán que asistía a Eva Duarte abrió la puerta ... de su despacho y se lo hizo saber a la mujer del Presidente. Esta, en uno de sus violentos arrebatos, gritó: «Decile a ese gallego de mierda que pase». El mensajero no tuvo tiempo de transmitir la versión protocolar del exabrupto. Areilza se le adelantó: «El gallego se va pero la mierda se queda». La anécdota, histórica, ayuda a trazar el retrato de una mujer que, antes y después de muerta, se convirtió en leyenda.

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