Carmen De Carlos - En eje
En nombre de Estrada
Pueden cambiar el collar de la ideología, pero el perro de la dictadura suele ser el mismo
Los cubanoamericanos se manifiestan en apoyo a los manifestantes de Cuba en Washington
Pueden cambiar el collar de la ideología, pero el perro de la dictadura suele ser el mismo. Ladra, muerde y mata, como en el siglo XX. Algunas bestias perfeccionan la técnica, maquillan mejor los secuestros, desapariciones y falsos suicidios. Muerto más muerto menos, el resultado ... viene a ser el mismo: sangre, hambre y miseria. Salvo excepción -recordemos el Chile de Pinochet- esos gobiernos de ordeno y mando o del puño cerrado, suelen aplastar la economía y anulan varias generaciones.
Lo que ha cambiado entre los viejos y los nuevos dictadores es el contexto, la inteligencia artificial, la red de redes. Esa autopista de la información y de las imágenes que escupe otro modo de vida a cubanos, nicaragüenses, venezolanos y demás americanos con los que nos entendemos en el mismo idioma. Saber que hay algo más, verlo y oírlo despierta del letargo a los sometidos y desconcierta a los caudillos.
El brote de Cuba fue la locura que empieza, el sueño que de repente es pesadilla de represión, pero también el horizonte cercano de una realidad que llegará. La doctrina Estrada, que nació en México con esa expresión de 'no injerencia', es hoy la coartada de López Obrador, de esa extraña pareja que forman los Fernández (Cristina y Alberto), de la 'pacha mama' ebria de indígenas con adn adulterado y de aquellos que cierran los ojos a las torturas, asesinatos, violaciones y abusos de estas dictaduras que protagonizan el revival zurdo de aquellas que dijeron combatir.
Madres, abuelas, hermanas, hijos, padres… Los que perdieron a los suyos en un vuelo de la muerte, en la parrilla de la ESMA, en una emboscada o en un tiroteo rogaban por una visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Son esos mismos que hoy aplauden y vociferan que todo siga igual en Cuba, Nicaragua, Venezuela… Los falsos abanderados de la democracia se refugian en el nombre de Estrada para perpetuar las dictaduras, pero olvidan que sin él los Videla, Massera y compañía se fueron antes. Con él en los labios, los Maduro, Ortega y cia se mantienen.