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Campos de reclusión para los hijos de Daesh

Más de doscientos mil familiares directos de los yihadistas iraquíes no pueden regresar a sus casas por miedo a la venganza de sus vecinos

La viuda de un yihadista muestra a su hijo en el campo de internamiento de Shehama MIKEL AYESTARAN
Mikel Ayestaran

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Busra lleva en brazos a su hijo Mustafá. El pequeño nació hace dos meses en el campo de Shehama, a las puertas de Tikrit, localidad natal de Sadam Husein que permaneció bajo control del califato hasta su liberación en marzo de 2015. Mustafá necesita leche ... y ropa para el invierno, dice su madre mientras levanta al bebé para no mostrar su rostro. El pequeño nunca conocerá a su padre, miembro del grupo yihadista Daesh, caído en la batalla de Mosul, pero pagará largo tiempo su decisión de unirse a las filas yihadistas . Busra no quiere responder cuando se le pregunta sobre cómo era su vida en la Mosul de califato, solo dice que ella es de Bagdad y que se limitó a seguir los pasos de su marido. Unos pasos que le condenan a vivir por un tiempo indeterminado junto a otras 200 familias en el campo de Shehama, donde solo residen familiares directos de los yihadistas. Un lugar vigilado por el Ejército iraquí del que no pueden salir si no hay un acuerdo previo con los jefes tribales de sus lugares de origen.

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