Brown anuncia su dimisión para facilitar un pacto con los liberales
Gordon Brown anunció ayer su intención de dimitir como líder laborista tan pronto como su partido elija un sustituto, y con ello quitó el principal obstáculo para un Gobierno de coalición con los liberal-demócratas. En un completo giro de la situación postelectoral en ... el Reino Unido, el partido de Nick Clegg abrió negociaciones oficiales con los laboristas después de considerar «insuficiente» el primer borrador salido de las conversaciones de casi cuatro días con los «tories» de David Cameron.
Ese vuelco obligó a los conservadores a plantear una «última oferta» a los liberal-demócratas: un referéndum sobre el sistema electoral de «voto alternativo». Luego los laboristas hicieron saber que superaban la apuesta, prometiendo que ese sistema se aprobaría por ley y que someterían a referéndum la representación proporcional.
El «voto alternativo» es la menor variación respecto del actual sistema. En cada circunscripción gana igualmente un diputado, pero debe alcanzar el 50% de los votos, y éstos son asignados repartiendo el orden de preferencias de los electores, que pueden votar más de un candidato. Los «tories» siempre se han opuesto a modificar el vigente sistema y en un referéndum votarían en contra aunque sus posibles socios de Gobierno votaran a favor. Los laboristas incluían ese «voto alternativo» en su programa y ahora están dispuestos a ir más lejos.
Este mercadeo de última hora destruye la imagen que habían creado los liberal-demócratas de pensar sólo en el interés nacional, poniendo en primer lugar la urgente necesidad de reducir el déficit y de otras medidas económicas.
Los liberal-demócratas aseguraron que mantienen los tratos con los conservadores, con los que sumarían la mayoría absoluta, pero decidieron pasar a jugar a dos bandas para lograr mejor postor. En el caso de pactar con los laboristas esa «alianza de progreso», como ha sido bautizada, debería incluir también a partidos nacionalistas y regionalistas.
Un acuerdo de ese tipo sería mejor recibido por las bases liberal-demócratas, tanto por mayor afinidad ideológica como por las contrapartidas, pero el nuevo Gobierno estaría lejos de ser lo «estable y fuerte» que Clegg dice buscar.
Hagan juego
Brown aseguró en una comparecencia a la puerta del 10 de Downing Street que no desea «seguir más tiempo del necesario» como líder laborista y que dimitirá al frente del partido tan pronto como éste, en cuestión de unos meses, elija otro líder. Contó con que su sustituto pueda ya protagonizar la conferencia anual laborista de septiembre. En caso de un pacto de Gobierno con los liberal-demócratas, Brown continuaría de modo transitorio como primer ministro hasta que sus correligionarios escojan el nuevo líder.
Únicamente habló del relevo en el supuesto de que los laboristas sigan en el poder, pero se da por descontado que también se apeará del liderazgo si el primer ministro acaba siendo Cameron. Además, si el anuncio de su futura marcha no es suficiente para los liberal-demócratas y su cabeza es exigida por Clegg, como hizo durante la campaña electoral, una figura laborista de consenso debería ser elevada a primer ministro de modo provisional.
Era la única carta que le quedaba a Brown para intentar torpedear un acuerdo Cameron-Clegg, y la jugó después de que trascendiera que el grupo parlamentario liberal-demócrata había considerado «insuficiente» el primer borrador de los «tories». Cualquier texto final debe ser aprobado por el 75% de los integrantes de la dirección del partido, el grupo parlamentario y el comité federal.
A dos bandas
Según comunicó David Laws, que forma parte del equipo negociador de Clegg, su partido pedía a los conservadores «clarificaciones» en puntos esenciales, como el decisivo de la reforma del sistema electoral, ya que el texto no especificaba ninguna alternativa concreta. También pidieron más avances en la reforma de los impuestos y en la financiación de la enseñanza para estudiantes de áreas deprimidas. Se supone que al no mencionarlos, se habían alcanzado términos satisfactorios en materia de reducción del déficit, la reforma bancaria y aspectos medioambientales.
Al conocer esos detalles del tablero entre conservadores y liberal-demócratas, Brown anunció que su partido estaba dispuesto a ir más lejos que los «tories», con la oferta del sistema electoral que reclaman sus deseados socios, así como una Cámara de los Lores elegida por sufragio universal.
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