José M. de Areilza - MONNET & CO.
Brexit a ciegas
No hay renegociación posible de las reglas para Irlanda del Norte
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Iniciar sesiónEl precio pagado el miércoles por Theresa May para salvar su puesto de primera ministra ha sido muy alto: ha renunciado a presentarse a las siguientes elecciones mientras perdía el apoyo de un tercio de los diputados conservadores, los más anti-europeos. Tras su victoria ... pírrica, camina a tientas por el laberinto del Brexit. La única táctica que le queda es ganar tiempo y agitar el espantajo de llegar al 29 de marzo de 2019 sin ratificar el acuerdo con la UE. Por ahora no le salen los números para presentar el pacto con Bruselas a la Cámara de los Comunes. Confía en que Jeremy Corbyn nunca aclare sus ideas y se dispone a utilizar la incertidumbre para presionar al Parlamento. Pero la amenaza de «un (mal) acuerdo o el caos de una ruptura sin acuerdo» es un arma de doble filo. Da alas a los impulsores del segundo referéndum, aún más sabiendo que, gracias al Tribunal de Luxemburgo, la notificación del artículo 50 que desencadena la salida es fácilmente reversible.
En la cumbre europea de estos días, la Unión a 27 solo ofrece a la primera ministra buenas palabras. Podría incluso encargar a sus diplomáticos una declaración interpretativa que, a diferencia de la conseguida por el Gobierno español sobre Gibraltar, no puede modificar nada. Las aclaraciones servirían para poner un lazo azul a las exigentes condiciones del pacto de salida. En el fondo, no hay renegociación posible de las reglas para Irlanda del Norte, porque dejaría en el alero la aplicación del Acuerdo de Viernes Santo que pacificó la isla del Eire. Además, el 10 de Downing Street ignora al elefante en la habitación: cuanto más libre comercio quiera el Reino Unido con la UE, más deberá aceptar sus estándares regulatorios y su política comercial con terceros. La inestabilidad política británica llena de hartazgo a los principales dirigentes europeos. Ninguno dispone de un gran capital político y preferirían dedicar sus esfuerzos a trazar una hoja de ruta sobre el futuro europeo, un mástil al que atarse, en vez de lidiar a estas alturas con un Brexit a ciegas.
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