Mujeres en Arabia
Basmah y Loujain, contra la imagen aperturista del régimen saudí
La situación que sufren la princesa y la activista evidencian que las mujeres siguen siendo ciudadanas de segunda categoría en un país que se resiste a salir del absolutismo pese a querer dar una apariencia de cambios
La princesa Basmah bin Saud
«Aunque está fuera de la cárcel, ¡no es libre!», esta fue la reacción de Lina Hathloul cuando hace un mes, tras la puesta en libertad de su hermana, Loujain, la red se llenó de mensajes con el hastag #free (libre). Después de ... 1.001 días en prisión, Loujain Hathloul , de 31 años, está en su casa porque su condena ha quedado en suspenso, pero no ha recibido el perdón y sufre restricciones legales como la prohibición de viajar fuera de Arabia Saudí hasta 2026. La semana pasada, por primera vez desde que salió de la cárcel se vieron imágenes de la joven camino del juzgado para apelar las condiciones de su puesta en libertad. Desde la fiscalía no solo no quieren escuchar la apelación, sino que piden un aumento de la pena . ¿Su delito? Luchar por los derechos de las mujeres en el reino y enfrentarse a las restricciones del sistema de tutela masculina.
Loujain Hathloul es el rostro más conocido del activismo femenino en Arabia Saudí. Esta no es la primera vez que pasaba por la cárcel ya que en 2014 cuando regresó de Canadá, donde cursaba sus estudios, trató de cruzar la frontera entre Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Arabia Saudí en el coche de su padre y fue detenida. Entonces pasó 73 días prisión. La campaña para conseguir que las mujeres pudieran conducir fue uno de los primeros retos que se marcó Loujain, que sin embargo fue detenida junto a varias compañeras de nuevo en 2018 el mismo mes en que las autoridades decidieron aprobar el permiso de conducir femenino.
Nueve relatores de la ONU hicieron público un comunicado entonces para denunciar que «defensoras de los derechos humanos han sido detenidas en una amplia redada en todo el país , lo cual es verdaderamente preocupante» y evidencia «una posición contradictoria» en las políticas aperturistas que predica el país. Los acusaron de haber mantenido contactos y haber apoyado a individuos y organizaciones «hostiles» al reino y algunas de ellas siguen encerradas.
El punto de inflexión para las activistas de los derechos de las mujeres en el reino fue la entrada en escena del príncipe treintañero Mohamed Bin Salman (MBS). Desde que fue designado heredero, MBS lidera un proceso de cambios en el marco de su proyecto ‘Visión 2030’ cuya cara menos amable la forman la guerra en Yemen, la oleada de detenciones de activistas de derechos humanos o la aprobación del asesinato y descuartizamiento del periodista Jamal Khassoggi en el consulado saudí de Estambul. A falta de un mes para que el reino permitiera a las mujeres conducir, las fuerzas de seguridad arrestaron a trece activistas , entre ellas estaba Loujain. Según las voces críticas, el príncipe quiere monopolizar el eco de este tipo de avances sociales para que en lugar de parecer fruto de la lucha de muchos años, se perciban como una especie de bendición real.
Tres años después, dos de las activistas siguen entre rejas y las demás han sido condenadas por «servir a una agenda externa al reino usando internet (...) con el fin de perjudicar el sistema público, además de colaborar con un número de personas y entes que cometieron actos criminales de acuerdo con la ley de terrorismo », según recogió la prensa del reino a la hora de explicar el caso de una Loujain que en los medios oficiales no es una «activista de lo derechos de la mujer», es una especie de traidora al reino por su papel desestabilizador.
Tradición y religión
La puesta en libertad condicional de Loujain ha servido para que los medios recuerden una vida marcada por la lucha contra las limitaciones que impone el sistema de tutela en las mujeres del reino: «El impedimento más significativo para la materialización de los derechos de las mujeres en el reino», según organizaciones como Human Rights Watch (HRW). Este sistema de tutela masculina dicta la vida de las mujeres en Arabia Saudí y el resto de países del Golfo y, entre otras cosas, les impide viajar al extranjero, obtener un pasaporte, casarse, estudiar, trabajar o abandonar la cárcel sin el consentimiento de un familiar varón. Las mujeres dependen de sus padres, maridos o incluso hijos para tomar decisiones importantes.
«Es un sistema en el que tradición y religión van de la mano y lo que ha logrado es convertir a las mujeres en ciudadanas de segunda categoría», explica Carlos de las Heras, experto en Arabia Saudí de Amnistía Internacional (AI). En los últimos tres años, las reformas de MBS han logrado avances como levantar la prohibición de conducir o de obtener pasaportes para viajar al extranjero sin permiso de un pariente varón, «pero se avanza muy lentamente y hay que denunciar la persecución que sufren las mujeres que lucharon tanto estos derechos», considera De las Heras. Dentro de los cambios aprobados por el heredero, las mujeres también pueden asistir a partidos de fútbol, en un espacio reservado a familias, alistarse en el Ejército , para puestos que no impliquen la entrada en combate y a partir de los 25 años, y hacer gimnasia en las escuelas. Según el Informe sobre la Brecha de Género de 2018 del Foro Económico Mundial, es uno de los países más desiguales del mundo y ocupa el puesto 141 de los 149 países analizados.
Activistas, terroristas
AI lidera las campañas a favor de la libertad de las activistas saudíes y sigue muy de cerca la situación de Loujain, que fue condenada a cinco años y ocho meses de cárcel, entre otras cosas, por sus contactos con esta organización. El activismo está perseguido en el reino y su caso lo llevó un tribunal especializado en antiterrorismo, una decisión criticada por la familia y por Naciones Unidas, que en todo momento mantuvieron que «defender los derechos humanos no es terrorismo».
En marzo de 2019, 36 países, entre ellos los 28 miembros de la UE en bloque, secundaron en el Consejo de derechos Humanos de la ONU una condena sin precedentes contra la deriva autoritaria de Arabia Saudí y alertaron del «uso de la ley antiterrorista y otras normativas de seguridad nacional contra individuos que ejercen pacíficamente sus derechos y libertades». El reino no se inmutó por esta condena ya que contaba con el respaldo firme de Donald Trump, pero el relevo en la Casa Blanca puede acarrear cambios en la relación entre Washington y Riad ya que Joe Biden ha decidido «recalibrar» y «no se quedará callado», según la portavoz de la Casa Blanca, «cuando esté preocupado por violaciones de derechos humanos por parte de Arabia Saudí; lo dirá alto y claro». La decisión de dejar de apoyar la guerra en Yemen o de hacer público el informe de inteligencia de la CIA sobre el papel de MBS en el asesinato del periodista Khassoggi, son los primeros dos ejemplos.
El caso de Loujain y el de la princesa Basmah bin Saud son los que más repercusión mediática han tenido en los últimos años en lo que se refiere a la situación de las mujeres en el reino. En abril de 2020, la princesa Basmah escribió un mensaje en Twitter que rezaba: «Suplico a mi tío, el Custodio de las Dos Mezquitas Sagradas, el rey Salmán Bin Abdulaziz al Saud, y a mi primo, el príncipe heredero Mohamed Bin Salmán (MBS), que revisen mi caso y me liberen, ya que no he hecho nada malo. Mi estado de salud actual es muy crítico». La princesa se encuentra retenida desde marzo de 2019 con una de sus hijas, Sohoud, en la prisión de alta seguridad de Al Hair y, según reveló el canal Deutsche Welle (DW), tiene problemas de corazón. Basmah, de 57 años, es la hija menor del rey Saud , quien gobernó entre 1953 y 1964 y tuvo 108 hijos, y es a su vez nieta del fundador del reino.
Sin espacio para críticas
Sus lazos parentales de nada le han servido y desde que regresó al país en 2015, tras pasar casi toda su vida entre Líbano, Reino Unido y Estados Unidos, se le acumulan los problemas debido a sus mensajes en defensa de las reformas en el reino. En una entrevista concedida en 2018 a la cadena BBC pidió el final del conflicto en Yemen, una guerra lanzada por su primo , MBS, y se mostró partidaria de acabar con la monarquía absolutista para convertirse en una constitucional. En el seno de la familia real no hay espacio para las críticas y menos desde que MBS es la persona más fuerte del país. «Este es un ejemplo de que, como mujer, si luchas por tus derechos en un país como este no te salva no que seas de la realeza», concluye Carlos de las Heras. Desde hace dos años no hay información sobre ella, dos años en los que el príncipe heredero lucha por dar una imagen de cambios y apertura de cara al exterior que choca a nivel doméstico con realidades como las de Basmah y Loujain.