Ariel Sharón desafía a Bush e intensifica su «operación de limpieza» de Cisjordania

Ariel Sharón oye pero no escucha. Al clamor de la comunidad internacional para que ordene la retirada de sus tropas de los territorios palestinos se ha sumado incluso Estados Unidos. Pero el primer ministro israelí insiste en que le queda mucho trabajo por hacer «contra el terrorismo».

Soldados israelíes toman posiciones frente a la Iglesia de la Natividad en Belén.Reuters

JERUSALÉN. Colin Powell llega este viernes. Nadie se explica, en pleno siglo XXI, por qué el secretario de Estado norteamericano tiene que tardar más de una semana en aterrizar en Israel desde que George W. Bush anunciara su envío a la región.

Algunos observadores, sin ... embargo, no le dan tanta importancia a la visita. Hace décadas que existe el teléfono. No hace falta que nadie tenga que coger un avión. Bastaría una llamada telefónica desde Washington. El problema es que no parece que, llegue Powell antes o después, la política de Estados Unidos vaya a cambiar.

Lo sabe y lo aprovecha

Y eso lo sabe Sharón. Y de eso se aprovecha Sharón, quien, reconoce en cualquier caso, desacuerdos con Washington. La Casa Blanca considera llegado el momento de que los soldados israelíes vuelvan a sus cuarteles. Pero «Arik» no está de acuerdo. Y su jefe del Estado Mayor, el general Shaúl Mofaz, tampoco.

De hecho, Mofaz insistió ayer en que necesita todavía siete semanas para completar la Operación Muro Protector, tres para poner fin a la actual ofensiva, cuatro para cerrar la segunda fase. De ahí que se hayan movilizado más de 30.000 reservistas.

Sea como fuere, el «Tsahal» ha intensificado sus operaciones por tierra y aire, sobre todo en Nablus y Yenín, donde los muertos se cuentan por decenas y se entierran en fosas comunes para evitar su descomposición, donde muchos hogares han sido demolidos, donde los enfrentamientos se desarrollan casa por casa.

Y así lo reconoce Mofaz, quien resume las cifras de la catástrofe: 200 «terroristas» muertos (para el «Tsahal», todos los muertos palestinos son terroristas, incluidos niños menores de 15 años, y mujeres, y ancianos, y civiles); 13 soldados israelíes caídos en combate; 1.500 palestinos detenidos, de ellos unos 400 incluidos en las listas de los más buscados por Israel.

Limitar las bajas

Sharón, consciente de las críticas que su ofensiva levanta en la comunidad internacional, asegura que sus soldados hacen lo posible para limitar el número de bajas civiles.

El drama no se vive sólo en Yenín, donde según el «Yediot Ahronoth» los palestinos mueren aplastados bajo los escombros de sus casas derribadas por las excavadoras del Tsahal, y Nablus.

En Ramala sigue atado de pies y manos Yaser Arafat, a quien Colin Powell, pese a las esperanzas puestas en su visita, todavía duda si ver o no. En Belén no se resuelve el cerco a la Basílica de la Natividad. Los soldados israelíes instaron ayer por los altavoces a los guerrilleros allí refugiados a que se rindieran, prometiéndoles buen trato y comida. Intento fallido.

Periodistas tiroteados

En Qalquilia y Tulkarem siguen las calles ocupadas de carros de combate y blindados israelíes. En Hebrón se suceden los tiroteos. No se salvan ni los equipos de televisión, incluido el de Antena 3, cuyos miembros no resultaron heridos. Sólo se salva Jericó. Eso en Cisjordania porque en Gaza sus habitantes hace días que tiemblan.

Nada de lo que sucede en Israel y en los territorios ocupados invita al optimismo. Nada. Ni siquiera la visita, tardía dadas las circunstancias, de Colin Powell. Sobre todo porque Ariel Sharón, no ha dejado de demostrarlo en las últimas horas, tiene los oídos demasiado taponados.

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