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«El capitán estaba borracho. Bebía vino y fumaba hachís mientras tenía el timón»

Uno de los 28 supervivientes del naufragio del domingo en el Canal de Sicilia ha descrito el dramático momento del naufragio

«El capitán estaba borracho. Bebía vino y fumaba hachís mientras tenía el timón»

ÁNGEL GÓMEZ FUENTES

«El capitán estaba borracho. Bebía vino y fumaba hachís mientras tenía el timón. La barcaza se hundió en cinco minutos. Él y su ayudante intentaron esconderse entre los supervivientes». Así ha descrito un joven el dramático momento del naufragio. Mientras tanto, Italia propone una acción militar en Libia, en concreto el bombardeo -con la autorización de Naciones Unidas y la Unión Europea- de los barcos que utilizan los traficantes de seres humanos. El ministro del Interior, Angelino Alfano, manifestó ayer a un canal de televisión que «el objetivo es hundir las barcazas para impedir que partan. Estamos preparados, pero no queremos hacerlo nosotros solos. Queremos tener la autorización de la ONU y la UE. Nuestra petición es clara: realizar acciones contra los traficantes».

Dos fueron las causas del naufragio del pesquero, el pasado domingo por la noche a 70 kilómetros de las costas de Libia: una errónea maniobra del capitán y el cambio hacia un lado del barco de la mayoría de los inmigrantes. Así lo precisó la Fiscalía de Catania, que fijó en unos 850 el número de inmigrantes a bordo, tras recabar testimonios de los 28 supervivientes. El capitán, Mohammed Ali Malek, un tunecino de 27 años, fue detenido junto a un cómplice sirio, Mahmudbikhit, de 25 años.

El pesquero se hundió al chocar contra el buque mercante «King Jacob», de bandera portuguesa, que acudió en su ayuda. «Las dos naves se aproximaron, las olas se elevaron y la barcaza perdió estabilidad antes de la colisión con el mercante», subrayó Carlotta Sami, portavoz de la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur).

Malek ha dado esta versión de la colisión: «No quería ser descubierto y, al tratar de esconderme, me he distraído y equivocado la maniobra, acercándome demasiado al mercante y chocando. Mientras tanto, los pasajeros se habían colocado ya en el lado próximo al buque y así volcamos y la barcaza se hundió». Algunos de los 28 supervivientes que llegaron a la ciudad siciliana de Catania confirmaron que se habría producido un choque.

Agarrados a los muertos

Los dos traficantes no solo actuaron con crueldad al encerrar bajo llave a la mayoría de los prófugos en la bodega, sino que además transformaron su esperanza en un viaje de muerte. El colmo de lo macabro fue que algunos supervivientes explicaron que «nos salvamos agarrados a los muertos».

El primer ministro italiano, Matteo Renzi, prometió recuperar los cadáveres atrapados en la bodega porque «son personas que tienen dignidad y hay que darles sepultura». Pero la operación se presenta muy difícil por «problemas técnicos». El coronel Leonardo Ricci afirmó que «la profundidad media del mar donde se hundió la barcaza es de unos 400 metros. No podremos utilizar buzos. Solo robots pueden descender a esa profundidad».

En contraste con las condiciones infrahumanas en que viajan los subsaharianos, familias enteras sirias han desembarcado en Italia tras un viaje de primera clase en un yate de 25 metros desde Turquía. Deben pagar 8.500 euros por persona y se les garantiza comida y agua, y un número máximo de personas. La Policía ha descubierto este nuevo y lucrativo tráfico al tener que socorrer en Sicilia a un yate que sufrió una avería.

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