Pruebas forenses descartarían el suicidio del fiscal Alberto Nisman

«Clarín» se remite a un informe que está en manos de la Fiscalía y que, prácticamente al cabo del mes del siniestro, desmiente las primeras interpretaciones de Vivivan Fein, la fiscal que investiga el caso. Fein dijo entonces que se descartaba la «participación de terceras personas» en la muerte de Nisman, cuyo cuerpo fue descubierto el 18 de enero tendido en un charco de sangre en el cuarto de baño de su casa con un balazo en la cabeza.

«Clarín» cita un juez que avala la tesis del crimen porque, asegura, «son situaciones no habituales para supuestos casos de suicidio». Asimismo menciona el perfil de Nisman, un hombre hiperactivo cero tendiente a la depresión y dispuesto, de acuerdo a su trayectoria personal, a dar siempre un paso adelante aunque estuviera sometido, como estaba, a fuertes presiones. «Quien diga que flaqueó porque era floja su denuncia es no haberlo conocido. Un suicidio sería incompatible con su forma de pensar. Era muy seguro de sí mismo», asegura la fuente.

Otro colega suyo afirma a ABC, «Nisman utilizaba lentillas de color celeste, recurría a tratamientos faciales (botox y colágeno), practicaba técnicas respiratorias del Arte de Vivir…Tenía obsesión por su aspecto. Jamás habría consentido darse un tiro en calzoncillos y que alguien lo descubriera así». La reflexión, posiblemente, forme parte de lo que en Argentina se denomina «Autopsia psicológica», un informe en proceso de elaboración donde se entrevista al círculo familiar, de amigos y colaboradores del difunto para que describan el perfil de la víctima y si percibieron cambios o reacciones extraordinarias los días previos a su muerte.

Entre los elementos que tiene en cuenta el informe que menciona «Clarín» también figura el calibre de la pistola, una 22 antigua que le presto Diego Lagomarsino (imputado por entregarle el arma), que, por sus características, no ofrece garantías de «éxito». Asimismo, el periódico recuerda la cadena de elementos extraños que se enmarcan en la muerte de Nisman, justo cuatro días después de imputar a la presienta de Argentina , Cristina Fernández de Kirchner, como cabecilla de una organización de encubrimiento terrorista en el contexto del atentado a la mutual judía AMIA de 1994 donde murieron 85 personas y centenares resultaron heridas.

Algunos ejemplos colaboran a esta tesis: buena parte de las cámaras de seguridad del edificio del barrio de Puerto Madero (de máxima seguridad) no funcionaban, la puerta trasera del piso de Nisman no tenía echada la llave como era su costumbra, la víspera de su muerte estaba trabajando sin descanso y hasta mandando fotos de su mesa, llena de papeles y con varios rotuladores, por whasapp y, para alimehtra las dudas, su escolta reaccionó de forma poco habitual. No derribó la puerta al apercibirse de que su «protegido» no respondía, tardó horas en reaccionar y llamó después a la madre de Nisman, un hombre de 51 años divorciado y con dos hijas que no vivían con él.

En simultáneo a esta teoría también se destaca que la hipótesis del suicidio tiene sus seguidores con argumento no desdeñables. Entre otros el endurecimiento de los dedos de la mano derecha con la que presuntamente Nisman se habría volado al tapa de los sesos y que el cuadro hallado, en apariencia, no mostraba indicios diferentes a los clásicos del suicida.

La denuncia del fiscal federal Alberto Nisman, contra Cristina Fernández de Kirchner,su ministros de Asuntos Exteriores, Héctor Timerman y un grupo de sus colaboradores la ratificó, con nuevos elementos el fiscal Pollicita. El juez federal Rafael Rafecas deberá decidir esta semana si da luz verde a las imputaciones. En caso, poco probable, de no hacerlo la Cámara Federal, una instancia superior debería pronunciarse ya que Pollicita, advierte en su entorno, apelaría su decisión.