¿Por qué se ha convertido Grozni en la capital mundial contra las caricaturas de Mahoma?

Centenares de miles de chechenos -un millón según las autoridades- se manifestaron esta semana en la capital de la pequeña república autónoma, Grozni, para protestar contra la publicación de caricaturas de Mahoma en la prensa europea. La convocatoria del gobierno que preside el autoritario Ramzan Kadírov -colocado en su día en el poder por los blindados del Kremlin para frenar a los independentistas- ha superado en participación a la de cualquier otra capital del mundo. Unos días antes, una convocatoria similar en la república rusa de Ingusetia, también habitada por una mayoría de musulmanes, alcanzó la cifra de 15.000 manifestantes.

La movilización, acompañada de toda una parafernalia de eslogans contra Occidente, tiene un fuerte tufo político. Kadírov ha experimentado un sorprendente proceso de conversión al islam y a la Sharía -que ha impuesto parcialmente en Chechenia- para evitar el retorno de los rebeldes al campo de batalla, en primer lugar la que se libra en el alma de su gente. Desde su derrota definitiva a manos del ejército ruso, los independentistas han transformado su causa política en yihad, guerra santa, para recibir financiación y apoyo del mundo musulmán. Kadírov entiende que él debe jugar la misma carta islamista que los rebeldes , aunque en su caso, y dado su historial, la hipocresía es más que grosera.

Para Vladimir Putin, el apoyo a la islamización de Chechenia tiene carácter de venganza y chantaje hacia Europa. Si en Grozni los manifestantes jaleaban esta semana el lema de "Manos fuera de Mahoma", en referencia a las caricaturas de "Charlie Hebdo", en Moscú la traducción es "Manos fuera de Ucrania", un directo al mentón de la diplomacia europea. La apuesta tiene sus riesgos, porque alimentar el fervor religioso-político de las repúblicas musulmanas puede ser un tiro por la culata en el bajo vientre de la Federación Rusa.