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El «lobo solitario» que atacó a cuchilladas a la Policía en Francia era un joven converso

Nacido en 1994 en Burundi, Nzohbvonayo atacó una comisaría antes de ser abatido

El «lobo solitario» que atacó a cuchilladas a la Policía en Francia era un joven converso afp

juan pedro quiñonero

Bertrand Nzohbvonayo (Burundi, 1994), el hombre que intentó asaltar a navajazos la comisaria de Joué-Lès-Tours (Indre-et-Loire), antes de ser abatido a tiros por la policía, era un converso arquetípico de los nuevos lobos solitarios islamistas, entre la delincuencia suburbial y la demencia criminal.

Nzohbvonayo irrumpió a media tarde del sábado en la comisaria de Joué-lés-Tours (a unos 250 kilómetros al sur de París), armado de un cuchillo o navaja, dando gritos de «¡Ala es grande!». Consiguió herir a un par de policías. Pero fue abatido rápidamente a tiros, con armas reglamentarias.

De entrada, saltaba a la vista la demencia criminal del personaje. Las primeras investigaciones han reconstruido una personalidad que confirma la demencia asesina, con flecos más complejos.

Nzohbvonayo tenía ciertos antecedentes tradicionales. Escasos o nulos estudios, adolescencia en los suburbios de varias ciudades. Fichado como ratero, autor de robos menores con violencia. Frecuentó varias mezquitas, sin destacar por un fervor religioso particular. Atlético y deportivo, algunos profesores insisten en que «su físico imponía mucho respeto».

No estaba fichado

Nzohbvonayo no estaba fichado como islamista radical. Sin embargo, se ha descubierto con mucho retraso que, en verdad, publicaba propaganda próxima al Estado Islámico en su página Facebook. Detalle que deja a los especialistas entre perplejos e inquietos.

Un terrorista peligroso que confiesa sus simpatías a través de las redes sociales deja al descubierto un infantilismo iluminado. Al mismo tiempo, la policía también ha descubierto con retraso que, en verdad, uno de los hermanos del muerto está huido en algún lugar de Siria, tras haber confesado sus simpatías por el Estado islámico.

Los especialistas franceses temen estar descubriendo nuevos rostros de los nuevos lobos solitarios prestos a matar, en cualquier momento, en cualquier lugar, adoctrinados vía internet, poseídos por un fanatismo de nuevo cuño.

Entre los nuevos y más inquietantes yihadistas, en Francia y otros países europeos, comienzan a ser frecuentes los casos de conversos muy recientes, con unas ideas sobre el Islam que oscilan entre los dibujos animados, el catecismo criminal y la demencia asesina.

Retrato robot

Nacido en Burundi, crecido en Francia, en el seno de una familia rota, con padres e hijos dispersos, Nzohbvonayo hubiera podido ser un gran deportista si hubiese sido capaz de integrarse en un equipo de algo. Pero comenzó muy pronto a ganarse la vida con pequeños robos. Descubrió el islam al mismo tiempo que los juegos de vídeo, que se han transformado en modelos de comportamiento para una cierta juventud de formación cultural nula.

A partir de ese primer retrato robot, la policía oscila entre varias pistas. ¿Se trataba de un loco solitario? ¿O de un loco que podía seguir consignas más o menos precisas distribuidas a través de internet?

La locura criminal solitaria puede ser inquietante. La locura criminal solitaria también puede ser utilizada y guiada a través de internet, cuando los estrategas de grupúsculos subversivos pueden canalizar con temible eficacia las delirantes vocaciones de unos sombríos personajes que pueden matar en cualquier lugar, provocando baños de sangre en los lugares más imprevisibles.

La pista de uno de los hermanos de Nzohabonayo se pierden en algún lugar entre Siria e Irak. Internet y las redes sociales pueden ofrecer pistas preciosas para comprender los mecanismos de la propaganda y la acción. Pero esas pistas también iluminan el paisaje fantasmal de unos suburbios franceses y europeos poblados de alimañas fanáticas y dementes.

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