Enfermos de ébola a la fuga en Liberia

El ataque se produjo en la madrugada del sábado al domingo en el barrio de Westpoint, uno de los más populosos de la ciudad, cuando varios asaltantes irrumpieron en el centro al grito de «no (hay) ébola, Ellen está arruinada (en referencia a Ellen Johnson Sirleaf, presidenta de Liberia). Quiere más dinero. Está mintiendo sobre el ébola».

Ante el creciente asedio, el personal médico decidió abandonar el lugar, lo que provocó la fuga de los pacientes. Sin números oficiales de la evasión, hasta el sábado, en este centro se encontraban internados al menos 17 presuntos casos sospechosos de ébola y tres confirmados. De igual modo, los agresores saquearon las instalaciones de la clínica, arramblando con, entre otras cosas, colchones de los propios enfermos. Una situación que ha desatado el temor entre las autoridades de un posible contagio masivo. Pese a la gravedad, el ataque no pilla por sorpresa. Ya la semana pasada, la mandataria liberiana se había visto obligada a pedir «perdón» dadas las graves deficiencias operativas a la que se enfrenta el personal sanitario que lidia con la epidemia de ébola.

«Si no hemos hecho lo suficiente hasta ahora, he venido a pedir disculpas», reconoció Johnson Sirleaf en un encuentro con trabajadores médicos, sobre todo, ante el inmenso número de víctimas mortales dentro de este colectivo: desde el inicio de la crisis a comienzos de año, al menos 35 sanitarios liberianos han perdido la vida por el virus.

Sin embargo, Liberia no es el único país donde la falta de comunicación de los infectados con las autoridades médicas (fundamentada en el desconocimiento y en el peso comunitario de los sanadores locales) amenaza con extender el mal. En Sierra Leona, por ejemplo, se han producido numerosas protestas en clínicas y hospitales del este del país, ante las acusaciones de que el actual brote es solo una «conspiración» y que los enfermos están siendo víctimas, incluso, de casos de «canibalismo».

«El problema es que muchas personas creen que el virus no existe. Y así es casi imposible convencer a la gente de que necesitan ser internados», reconoce a este diario Michael Koma, sanitario en el hospital gubernamental de Kenema, al este de Sierra Leona. A finales de julio, la capital del país, Freetown, ya había experimentado una situación de emergencia similar a la de Monrovia, después de que una infectada fuera «secuestrada» por sus propios familiares del centro de salud en el que se encontraba. ¿El motivo? La desconfianza de su prole sobre las verdaderas intenciones de las autoridades sanitarias. Finalmente, tras visitar de forma clandestina a un chamán local, la mujer fallecería poco después en una ambulancia camino de su retorno hospitalario. Se desconoce el número de nuevos contagios que esta huida puede haber provocado.

Desde que se registrara el primer caso a comienzos de diciembre, cuando un niño de dos años contrajo la enfermedad en Guinea, al menos 1.145 personas han perdido la vida a causa del virus y 2.127 han sido contagiadas.Precisamente, lo novedoso de la crisis (salvo un contagio en Costa de Marfil en 1994, el oeste de África permanecía ajeno, al menos de forma conocida, al ébola) ha jugado en contra de los primeros infectados.

Por otro lado, el Ministerio de Sanidad liberiano confirmó ayer que ya está suministrando el suero experimental «ZMapp» a varios enfermos de ébola en su país. En concreto, a tres médicos africanos, dos procedentes de Liberia y uno de Nigeria que se infectaron intentando luchar contra el brote.