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El rastro de ébola de Patrick Sawyer

Un infectado que voló desde Liberia a Nigeria ya ha dejado cuatro muertes y diez casos

El rastro de ébola de Patrick Sawyer abc

eduardo s. molano

Cuando Patrick Sawyer , un ciudadano estadounidense-liberiano de 42 años, aterrizó en la ciudad nigeriana de Lagos el pasado 20 de julio, nunca habría podido imaginar la tormenta sanitaria que sus últimos pasos desatarían al oeste de África. Tildado ahora de «maldito» o «terrorista» por muchos ante su irresponsabilidad, Sawyer había acudido a la mega-urbe desde la capital de Liberia, Monrovia (con escala en Lomé, Togo), para una cumbre organizada por la Comunidad Económica de los Estados Africanos Occidentales (Ecowas).

Su estado era totalmente decrépito. No en vano, según algunas fuentes, la empresa para la que trabajaba, ArcelorMittal, dedicada a la minería de hierro, le había obligado a bregar con sus últimas obligaciones desde su residencia, dado el lamentable porte físico (a Nigeria viajó como representante del Ministerio de Finanzas, no de su compañía). Más aún, al conocerse, que su hermana había fallecido de ébola el 8 de julio.

Sin embargo, Sawyer decidiría acudir finalmente a la reunión. Su mujer, Decontee, aduce que no confiaba en el sistema sanitario liberiano. Solo cinco días sucumbiría al virus.

No obstante, la bola de nieve de este africano continúa en aumento: en la madrugada del jueves, Justina Obi Ejelonu, una enfermera nigeriana en contacto directo con él en sus primeras horas en Lagos, fallecía de ébola tras haber sido puesta en cuarentena. Cuatro muertos en menos de un mes.

«El número total de personas bajo vigilancia en Lagos es ahora de 169», asegura ya el ministro de Sanidad, Onyebuchi Chukwu.

En este sentido, es bueno poner las cifras en perspectiva. Desde el inicio de las investigaciones, se estima que hasta 70 personas estuvieron en contacto directo con Sawyer en Lagos hasta su ingreso hospitalario (las cámaras de seguridad del aeropuerto muestran que siempre evitó cualquier roce innecesario). Ahora bien, este nuevo grupo de 169 corresponderían a las personas en relación directa con la primera cuarentena, no con el propio Sawyer. Es decir, de 70 a 169 posibles infectados sin acariciar al «paciente cero». Y Sawyer no fue el único irresponsable. La última fallecida, una enfermera que le atendió, también desoyó la cuarentena de su hospital y viajó desde Lagos a otra ciudad poniendo en riesgo a un número indeterminado de personas.

No resulta extraño, por tanto, que según denuncia la Organización Mundial de la Salud , el brote de ébola se encuentre «muy subestimado» . Para la agencia de Naciones Unidas, el número de casos reportados, así como el de víctimas, no reflejan la verdadera magnitud de la crisis. De igual modo, la OMS reconoce que el brote continuará «por algún tiempo» (las organizaciones sobre el terreno hablan ya de hasta seis meses). El número oficial de víctimas mortales asciende ya, al menos, a 1.145 personas.

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