Erdogan busca una Turquía de régimen presidencialista
El primer ministro es el favorito indiscutible de las elecciones de este domingo
daniel iriarte
«El hombre de la nación» . Con este eslogan se presenta el actual primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan , a las elecciones presidenciales de hoy en Turquía. Unos comicios en los que parte como clarísimo favorito: en todas las encuestas le saca ... varios puntos de ventaja a sus dos rivales. La gran pregunta parece ser si obtendrá la mayoría absoluta —necesaria en la primera vuelta—, o tendrá que celebrarse una segunda ronda, prevista para el próximo 24 de agosto.
Con toda probabilidad, Erdogan sustituirá su presente cargo por uno que, a priori, le otorga menores poderes. Aunque el puesto presidencial conlleva importantes competencias como la posibilidad de convocar el estado de guerra y vetar la promulgación de leyes, en la tradición democrática turca se ha considerado más bien simbólico. Algo que podría estar a punto de cambiar.
Erdogan nunca ha ocultado su intención de transformar el actual sistema parlamentario a uno presidencialista, que le otorgaría muchos más poderes , si su Partido Justicia y Desarrollo (AKP) logra la mayoría de dos tercios necesaria en la Asamblea Nacional en las próximas elecciones de 2015. Mientras tanto ha dejado claro que no será un presidente pasivo. « Si soy elegido, seré el presidente del pueblo . Usaré todas mis competencias constitucionales», declaró el pasado abril en una reunión de su grupo parlamentario.
La aprobación popular es sin duda uno de los factores por los que Erdogan quiere el cargo. Por primera vez, el presidente será elegido por sufragio directo y no por el parlamento, como en ocasiones anteriores. Por ello, el gobierno no ha escatimado recursos a la hora de movilizar a los votantes.
A los 53 millones de turcos llamados hoy a las urnas en todo el país hay que añadir aproximadamente otros tres millones de ciudadanos en la diáspora. Se han habilitado centros de votación en los aeropuertos, para también los que estén de viaje puedan depositar su papeleta. La participación en el extranjero, sin embargo, ha sido escasa: apenas un 5 % de los turcos residentes en otros países ha hecho uso de su derecho, a pesar de los esfuerzos de los candidatos, que han viajado a países europeos con importantes comunidades turcas como Alemania o Francia.
La campaña de Erdogan, omnipresente en las grandes localidades -mientras que el retrato del actual primer ministro corona edificios y saluda desde grandes vallas publicitarias, los carteles de sus dos principales rivales apenas destacan en puentes y localizaciones aisladas-, apela a los votantes más conservadores y nacionalistas. Tanto, que el ‘spot’ ha sido prohibido por el Alto Consejo Electoral (un órgano por lo general bastante favorable al gobierno) por utilizar de forma política los sentimientos religiosos de la población, algo que prohíbe la legislación.
El primer ministro también copa los medios de comunicación, hasta el punto de que, el mes pasado, el candidato Selahattin Demirtas interpuso una denuncia contra la radiotelevisión pública turca TRT por la falta de ecuanimidad en su cobertura de la campaña electoral: mientras esta entidad había dedicado 533 minutos a Erdogan , Ekmeleddin Ihsanoglu apenas recibió algo más de 3 minutos, y Demirtas, 54 segundos de atención.
A los rivales de Erdogan les pesa, además, la ausencia de una base electoral realmente nacional. Si uno de ellos logra hoy plantarle cara, será una verdadera sorpresa para todos. En Turquía, nadie las espera.
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