Éxodo de los cristianos tras la caída de una de sus principales ciudades en manos del EI

Qaraqosh, una población de 50.000 almas, enteramente cristiana, se ubica entre un Mosul dominado por los fanáticos y Erbil, la capital de los kurdos. Tras la retirada de las fuerzas kurdas o «peshmergas» y la irrupción de los extremistas, miles de residentes escaparon aterrorizados de la zona buscando refugio muchos de ellos en el Kurdistán iraquí . También la localidad de Tal Kayf, que alberga una significativa comunidad cristiana, se habría quedado vacía al caer en manos de los yihadistas.

Las minorías étnicas que viven en las planicies de la norteña provincia de Nínive son las más vulnerables a los ataques de los militantes suníes que metódicamente están limpiando la zona de chiíes, turcomanos y yasidíes, y que el mes pasado obligaron a los cristianos a abandonar Mosul bajo pena de ser ejecutados.

El patriarca caldeo, Louis Sako, calificaba ayer la huida de unos 100.000 cristianos de la zona de «desastre humanitario». Según denunciaba el religioso, los radicales habían quitado las cruces de las iglesias y quemado 1.500 manuscritos ante la incapacidad del gobierno y de las autoridades kurdas para evitar la tragedia.

Tal y como recoge Reuters, el Estado Islámico proclama en su cuenta de Twitter haberse hecho, en apenas unos días, con el control de 15 ciudades en el norte del país, -fortaleciendo de esta forma sus posiciones en torno a la Región Autónoma del Kurdistán-, con la estratégica presa de Mosul en el río Tigris y con un base militar, en un tenaz despliegue que comenzó el fin de semana y que parece que continuará próximamente.

Informes contradictorios aparecen igualmente sobre la caída de las ciudades de Makmur, Tilkaif y Al Kwair, en el norte de Irak. Mientras que algunos testigos aseguraban a Reuters que en las localidades ondea ya la bandera islamista, las tropas kurdas dicen mantener el control del área.

El avance del EI llega después de que sus combatientes infligieran una humillante derrota a las fuerzas kurdas durante los enfrentamientos que tuvieron lugar el pasado fin de semana en la localidad de Sinjar, y que provocaron la escapada de 200.000 personas de la comunidad yasidí , a la que los islamistas califican de «servidora del diablo». De acuerdo con la ONU, algunas de las personas atrapadas en las montañas que rodean Sinjar han podido ser rescatadas en las últimas 24 horas, aunque se insiste en la situación de extrema necesidad de muchos de los desplazados. No en vano, cuarenta niños yasidíes han muerto en estos días como consecuencia directa de la violencia y la deshidratación.

El Estado Islámico supone la mayor amenaza para la integridad de Irak desde la caída de Sadam Hussein en 2003. Sus combatientes controlan ya gran parte del oeste de Irak convirtiendo las bombas, los secuestros y las ejecuciones en la nueva rutina diaria. El grupo ha reavivado las tensiones sectarias, conduciendo al país de vuelta a los tiempos oscuros de la guerra civil que tuvo su momento más crudo entre 2006 y 2007, aún bajo la ocupación militar de Estados Unidos.

A pesar de la tirantez existente, los avances de los radicales han llevado al primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, a ordenar a sus fuerzas aéreas que ayuden a los kurdos, cuya reputación como temidos guerrilleros parece tambalearse por momentos. Según el gobierno iraquí el miércoles se produjeron varios ataques aéreos, uno de los cuales habría matado a «sesenta terroristas» en Mosul.