Obama estudia un programa de asilo a menores de Centroamérica

La cumbre de presidentes abordó la crisis humanitaria que se ha producido en EE.UU. con la llegada en el último año a la frontera estadounidense de 57.000 niños no acompañados , procedentes en su mayoría de Honduras, Guatemala y El Salvador. Obama mantuvo informado por teléfono al presidente de México, de donde también han llegado miles de niños, aunque en ese caso el proceso de su devolución es más sencillo.

El hondureño Juan Orlando Hernández, el guatemalteco Otto Pérez Molina y el salvadoreño Salvador Sánchez Cerén plantearon a Obama que más que dedicar un amplio presupuesto a reforzar la seguridad de la frontera entre México y EE.UU., algo que en gran medida la propia Casa Blanca considera innecesario pero es reclamado por los republicanos, Washington debiera invertir en iniciativas de desarrollo en los países de origen del flujo de menores hacia el norte.

Desde Centroamérica se señala la responsabilidad de EE.UU., dado que es su gran consumo de droga el que activa el narcotráfico que genera la violencia en esas naciones. «Estados Unidos tiene una enorme responsabilidad. El problema del narcotráfico genera violencia, reduce oportunidades y genera migración. Esto nos deja con una enorme pérdida de vida», declaró el presidente de Honduras a «The Washington Post».

El programa de asilo que considera Obama, que de momento se trata de una idea más sobre la mesa, según precisó la Casa Blanca, concedería visas de refugiados a unos 1.700 menores de Honduras en el primer año, para luego extender esa experiencia piloto también a Guatemala y El Salvador. El examen de las solicitudes se realizaría en el propio país de origen por personal estadounidense, evitando el viaje hasta la frontera con México. Los niños con familiares en EE.UU. que pidiesen hacerse cargo de ellos contarían con prioridad, si bien no se desatenderían otros casos extremos, incluso ofreciendo entrada en el país por razones humanitarias aunque no se alcance el estatus de refugiado.

La iniciativa, que Obama ejecutaría directamente sin buscar la aprobación del Congreso, donde no hay consenso entre demócratas y republicanos sobre los asuntos de inmigración, tendría una complicada aplicación porque niños que huyen de la violencia callejera difícilmente entran en la consideración de refugiados.

El programa, en cualquier caso, no aligeraría el problema creado en estos momentos en la frontera de EE.UU. Además, los republicanos advierten de que tendría un afecto llamada que acentuaría el flujo de menores centroamericanos hacia el norte.