Radoslaw Sikorski
«Hay que persuadir a Putin de su error»
El ministro de Asuntos Exteriores polaco, de clara vocación atlántica, aboga por sanciones eficaces contra Rusia, «la reacción de Occidente ha sido insuficiente para modificar su actitud»
hermann tertsch
Radoslaw Sikorski es ministro de Asuntos Exteriores de Polonia. Y muchas más cosas. Es de los pocos políticos europeos que hoy puede ser calificado como un intelectual. Pero también es un hombre de acción política por quien propios y extraños sienten admiración, temor o ambas ... cosas. Fue jovencísimo líder activista anticomunista en Solidaridad .
Al declararse la Ley Marcial en Polonia, se quedó en el Reino Unido, adonde había ido a aprender inglés a los 18 años. Estudió en Oxford filosofía, política y economía. Se nacionalizó británico. Fue periodista en guerras y conflictos del Sunday Telegraph y del Spectator y ganó el Word Press Photo desde Afganistán.
Renunció a la ciudadanía británica al convertirse en ministro de Defensa de Polonia en 2006. Ya había sido viceministro de Defensa y Exteriores para entonces. Compañero de tertulias en Oxford del ahora primer ministro David Cameron y del hoy alcalde de Londres, Boris Johnson. Allí coincidió con su mujer, Anne Applebaum, brillante periodista y escritora norteamericana de origen judío polaco, autora de varias obras sobre historia de Europa, entre ellos un libro de referencia sobre el Gulag.
Con títulos de Yale, London School of Economics y Oxford, la corresponsal, redactora jefe de The Economist, consejera del Washington Post, ganadora del Premio Pulitzer y del Premio Nacional de EE.UU., la mujer de Sikorski es una de las grandes personalidades del mundo polaco-norteamericano. Él ha formado parte como viceministro y ministro de defensa y exteriores, de gobiernos con cuatro primeros ministros diferentes de partidos diferentes. Y es hoy candidato a muchas cosas. Su jefe de Gobierno Donald Tusk, le propuso como jefe de la política exterior europea en lugar de Lady Ashton.
Pero muchos le temen por su firmeza frente al presidente ruso Vladimir Putin. «Mi jefe de gobierno ha tenido la inmensa generosidad de proponerme». También se habla de él como comisario. El ministro Radoslaw (Radek) Sikorski es ya pese a su relativa juventud con 52 años, un símbolo de la ya proverbial vocación atlántica de Polonia . Y de su firmeza frente a toda tentación totalitaria que vuelve a surgir en su gran vecino oriental.
Pero también contra toda tentación de apaciguamiento desde otros países europeos que puedan pretender compromisos que cuestionen o condicionen la soberanía democrática y su defensa. Por su trágica historia en pasados siglos, Polonia juega un papel determinante en la concienciación de una Europa siempre muy flaca de memoria. Este ministro ha asumido un protagonismo para ello en la generación política europea actualmente en el poder.
Sikorski recibió aABC en el ministerio en Varsovia prácticamente a la misma hora en que se producía la tragedia del vuelo de Malaysia Airlines, derribado por un misil sobre Ucrania oriental. Horas después, en plena conmoción por la matanza y el consiguiente terremoto político mundial, Sikorski nos hizo llegar su reacción. En ella expresaba el pésame por las víctimas y añadía: «Es una tragedia inimaginable. Quiero recordar que este pasado martes, tras mi última visita a Kiev, había avisado de que uno de los hechos más inquietantes en Ucrania, era que los separatistas dispusieran de sistemas avanzados de misiles “tierra-aire”».
«Es una guerra de baja intensidad pero en escalada, amenaza a toda Europa»Sikorski advierte: «Lo que sucede en Ucrania oriental es una guerra en principio de baja intensidad pero en escalada. Nadie puede ignorarla porque afecta y amenaza a toda Europa, no solo al bastión oriental que somos nosotros». El ministro polaco no ha cejado en la defensa de la integridad territorial y la soberanía de Ucrania y es un firme adalid del fortalecimiento de la presencia de la OTAN en todo el flanco oriental de la alianza. Es además Sikorski un infatigable luchador en contra de una propaganda rusa que se ha revelado muy eficaz en la crisis ucraniana, en especial en países más alejados de Rusia como es el caso de España.
–Polonia vuelve a estar en el centro del huracán en este año de efemérides. En el flanco oriental del continente, donde se libra una guerra. Pero a cien años del comienzo de la I Guerra Mundial, a 75 de la II Guerra Mundial, a 25 de la caída del muro y de las primeras elecciones libres, a 10 años del ingreso en la UE, reconocerá que, para lo que han pasado los polacos en un siglo, están en el mejor momento…
–Quiero recordar que también se cumplen quince años del ingreso en la OTAN. Cierto que en estas dos décadas nos acercamos en infraestructura y bienestar al resto de Europa. Antes nos alejábamos. Es muy interesante la comparación con España. A finales de los cuarenta, el nivel de vida de Polonia y España eran comparables. Tras cuatro décadas de comunismo aquí, ustedes eran cuatro veces más ricos que nosotros. Aunque no tuvieran democracia, sí tenían economía de mercado. Ahora avanzamos y en una década esperamos ser contribuyentes netos.
–Hablemos de sus dos grandes vecinos. Alemania despierta dudas. La crisis de los espías pero también otros gestos han generado preocupación ante un creciente antiamericanismo. A partir de ahí siempre surge ese fantasma de su posible neutralismo o de su alejamiento del anclaje occidental, de la OTAN…
–En referencia al caso de los espías debo decir que los aliados no se deben espiar entre ellos. Esa es mi opinión personal. En cuanto a lo otro, en todos nuestros países hay diferentes estados de opinión. Pero el gobierno alemán, el presidente alemán, son gentes que lucharon por la libertad. Son personas que saben muy bien que los lazos atlánticos son la piedra angular de toda la Europa unida y en libertad. Nosotros no tenemos ninguna preocupación respecto a la genuina vocación atlantista de la dirección política alemana.
–Su otro gran vecino histórico es Rusia, una vez más vista desde Polonia como amenaza. Por primera vez después de 70 años hemos visto muy cerca de aquí como se vuelven a cambiar fronteras internacionales por la fuerza. Como Rusia invadió, ocupó y anexionó un territorio de un país vecino, Ucrania. Todo el mundo parece dar por zanjada ya la suerte de Crimea.
–No, en absoluto. Porque es un hecho que ninguno de nosotros va a reconocer esa anexión de Crimea. Y eso tiene importantísimas repercusiones legales, comerciales y prácticas en todos los campos y para todos los implicados. Y en especial para el país que controla Crimea. Me alegra que al plantearme la pregunta revele que no cayó usted como tantos en la argumentación de la propaganda. Que aludía al maltrato y discriminación de los rusos en Crimea. Lo cual es absolutamente falso. No había ninguna discriminación del ruso. Al contrario. Lo que hemos visto y no puede pasar es que un país cambie las fronteras de otros más pequeños por falsos pretextos, por la fuerza y en violación de todas las leyes y tratados internacionales. Eso es inaceptable. Y estoy muy satisfecho de que, lentamente, pero de forma creciente, las sanciones van aumentando. Los americanos ya lo hacen con fuerza. Para nosotros es más difícil porque hay que coordinar a 28 y no dar una simple orden ejecutiva como puede hacer Obama.
Pero lo más importante es que seamos conscientes de nuestros errores anteriores. Que seamos conscientes de que desde que comenzó esta crisis en Ucrania en octubre pasado, nuestra reacción desde Occidente siempre ha sido insuficiente para afectar a la conducta de Rusia. Eso tiene que cambiar. Nuestras acciones tienen que ser capaces de modificar la conducta de Rusia. Es cierto que Moscú quiere mantener crónicamente inestable a Ucrania para impedir así que tenga éxito en su integración en el libre mercado y la democracia. Es lógico que Putin tema el éxito de Ucrania porque sería una grave amenaza ideológica para su poder. Los dos pueblos, el ruso y el ucraniano, son muy cercanos. Si Ucrania logra prosperidad en democracia, los rusos comenzarían a tener ideas parecidas. Y esta posibilidad alarma a Putin.
–En todo caso, Putin se verá tentado a buscar siempre en el exterior la solución a crisis u oposición internas…
«Somos los primeros que queremos una Rusia democrática y próspera»–Eso me temo. Si los apoyos populares los consigues no con éxitos económicos sino con aventuras exteriores, es fácil la tentación de recurrir una y otra vez a las mismas. Por eso es tan importante que nosotros reaccionemos bien esta vez. Que las sanciones sean eficaces y que logren persuadir a Putin de que hay otros caminos. Que le hagan ver claramente que la senda que ha tomado no es rentable, que es además contraproducente. Las sanciones y las medidas a tomar deben ser argumentos sólidos para que Rusia vea que le compensa cambiar de conducta. Quiero que se me entienda. Nosotros no estamos interesados en castigar ni arrinconar a Rusia. Al contrario, Polonia está más expuesta que nadie y afectada por tanto. Tenemos con Rusia proporcionalmente el doble de comercio que Alemania. Y muchas veces el de España. Somos los primeros que queremos una Rusia democrática y próspera. Pero somos los primeros también que no podemos permitir aquí un callejón sin salida en la historia.
–Volvamos a la Unión Europea. El euro sigue pendiente. ¿Hay calendario?
–No tenemos calendario. Lo tuvimos antes de la crisis. E íbamos a ingresar el año pasado. Pero también es una cuestión política y constitucional. Hemos de cambiar la constitución para ingresar y ahora no tenemos la mayoría para ello. Y además, esa incorporación al euro llegó a tener el apoyo del 80% y ahora lo tiene del 30%. Un problema político, como ve. Ahora observamos las últimas incorporaciones, Eslovaquia y Lituania. Hay muchos argumentos para que les sigamos.
–Avanzan dentro de esta Unión, pero la UE está en crisis, lo vimos en estas elecciones en mayo con la abstención, los eurófobos, extremismo de derechas en el norte y de izquierdas en el sur…
–En Polonia estamos pensando en unir las elecciones europeas con las locales. Creo que el revés en la UE se debe a esta crisis económica que es la más grave en la historia recordada. Pero incluso en esta crisis son muchos los países que hacen grandes sacrificios por permanecer en la UE. Pero cierto que tenemos que volver a persuadir de la eficacia y viabilidad de la Unión. Creo que la elección de Jean Claude Juncker es un paso en este camino. Es el primer presidente que puede reivindicar la legitimidad no solo del apoyo de los estados sino también del electorado europeo. Y tiene un bien programa.
«Hay que persuadir a Putin de su error»
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