Boko Haram secuestra a 91 personas, incluidos mujeres y niñas, en Nigeria
El grupo radical mantiene en su poder a cerca de 200 jóvenes estudiantes desde mediados del pasado mes de abril
eduardo s. molano
«Nueve miembros de una familia fueron quemados vivos en su casa», asegura Musa Abba. «Nadie nos protege», lamenta Asabe Yhana. Las historias de Abba y Yhana, narradas en primera persona a este diario, ejemplifican el reino del terror que comanda el norte de Nigeria ... en los últimos tiempos.
Y los golpes son continuos. En las últimas horas, al menos 91 personas, 60 de ellas, mujeres y niños, eran secuestradas en el país africano por presuntos miembros de la milicia islamista de Boko Haram.
El rapto se produjo en la aldea de Kummabza, en el estado de Borno, entre el jueves y el domingo de la semana pasada. Sin embargo, las dificultades del terreno han provocado que el incidente no se diera a conocer hasta este martes. Durante el ataque, laaldea quedó completamente destruida por los asaltantes, que mataron a unos 30 hombres.
Solo en el periodo entre mayo de 2013 y marzo de este año, la milicia islamista de Boko Haram se cobró la vida de más de 3.000 personas, como denuncia el Internal Displacement Monitoring Centre (IDMC) . De igual modo, según cálculos de este periodista y teniendo en cuenta las cifras oficiales, desde el mediático secuestro el pasado 14 de abril de más de 200 jóvenes de un internado de la localidad de Chibok, en el estado norteño de Borno, cerca de un millar de personas han sido aniquiladas a manos de Boko Haram.
Asedio de doce horas
Abba es fiel testigo de este mortal reguero de sangre. El 5 de mayo, decenas de miembros de la milicia islamista llegaban en camiones y motocicletas a las ciudades vecinas de Gamboru y Ngala, en la frontera con Camerún, para perpetrar un asedio que se prolongó durante doce horas. Al menos 300 personas perdieron la vida. «Recogimos cadáveres por toda la ciudad», recuerda Abba.
Su denuncia, no obstante, se desvanece ya entre nuevas cifras. Sin apenas dejar tiempo para el luto y el duelo, a comienzos de mes, al menos 200 personas eran asesinadas en diversos ataques de Boko Haram a localidades del estado de Borno. Su «modus operandi», cada vez más especializado. En uno de los asaltos, en la ciudad de Barderi, a las afueras de la capital regional, Maiduguri, sicarios del grupo armado que fingían ser predicadores lograron congregar a una multitud para escuchar sus plegarias hacia el «camino correcto». Posteriormente, abrieron fuego contra la multitud.
«Conté 45 muertos cuando los asaltantes dejaron la ciudad», aseguraba a los medios locales Mallam Bunu, uno de los supervivientes. Dos días antes, en la localidad de Attagara, miembros del grupo terrorista, vestidos con ropas del Ejército nigeriano, conducían a varios de sus residentes a una iglesia local para luego disparar contra ellos.
El resto de masacres tuvieron lugar en las comunidades de Danjara y Agapalwa, a pesar de que la población local había advertido al mando militar nigeriano de un ataque inminente.
Denuncias de violaciones
Es, precisamente, esta desconfianza en las autoridades lo que provoca la total indefensión ante la barbarie radical. Más aún, después de que la reciente embestida islamista se diera a conocer tras ser sometidos diez generales y otros cinco militares de alto rango a una corte marcial y encontrados culpables de ofrecer apoyo logístico al grupo armado. Sin embargo, estas informaciones fueron denunciadas como «falsas» por el portavoz militar, Chris Olukolade, contradiciendo un anuncio anterior del ministro del Interior, Abba Moro, donde se congratulaba de que el Ejército hubiera identificado a los acusados.
Aunque no es la primera polémica que salpica a las fuerzas armadas. Ya a finales de 2012 Amnistía Internacional denunciaba las «graves violaciones de derechos humanos» en la guerra contra Boko Haram.
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