«Ya nadie en Siria mantiene la esperanza»
Yves Daccord, director del Comité Internacional de la Cruz Roja, denuncia que la población siria añade al azote de la guerra la desesperación porque el conflicto se eterniza
Su organización trabaja prestando asistencia en medio mundo, pero en pocos lugares las cosas son más difíciles que en Siria. Yves Daccord , director general del Comité Internacional de la Cruz Roja, estuvo de visita en Madrid invitado por la Agencia Española de Cooperación Internacional , donde repasó con ABC la situación en los principales puntos calientes del planeta.
-Ban Ki-moon ha hecho un llamamiento a una mayor implicación de la comunidad internacional en Siria, donde, según denuncia, tanto el Gobierno como los rebeldes están impidiendo toda asistencia humanitaria ¿Qué puede contarme de la situación allí?
Lo que puedo contarle no son buenas noticias. En esta guerra ya hemos perdido y una de las razones es porque no hay una convergencia internacional para abordar el conflicto. No la hay, lo hemos visto. Esto deja a los sirios abandonados a su suerte, lo que es muy triste. Me alegro de ver que Ban Ki-moon está impulsándolo, pero lo que necesita Siria es una solución política y una verdadera presión sobre el Gobierno y la oposición para hacerla realidad. Por otra parte, la entrega de la ayuda es muy difícil. De hecho, mi organización trabaja en 82 países y este es sin duda el más difícil. No se puede acceder. Es muy, muy frustrante. Hay un abismo entre lo que se nos permite hacer y entre lo que debería hacerse.
-¿Diría que las cosas están incluso empeorando allí?
Es difícil saber con qué compararlo. La gente que vivía en Siria y que ha podido abandonar el país, lo ha hecho. Se han ido. Los que quedan en Siria ahora son los más vulnerables, no tienen medios para vivir. O se han quedado para conservar sus casas, o son prisioneros, o son combatientes… Están en una situación extremadamente difícil. Es especialmente preocupante porque el país antes estaba en unas condiciones moderadamente aceptables, no era un país perfecto, pero algunas cosas funcionaban. Ahora el sistema sanitario ha colapsado en una cuarta parte del país. En resumen, no creo que las cosas estén ahora peor que ayer o anteayer, pero tres años de guerra se han hecho extraordinariamente duros. Lo peor es que para los sirios ha cambiado también el aspecto psicológico, piensan que esto no tiene solución. Puede que hace año y medio o dos alguno pensara: “bueno, esto se arreglará”. Ya nadie en Siria mantiene la esperanza.
-Muchos huyen y acaban llegando a Europa…
Pocos, muy pocos, la mayoría se están quedando en el Líbano…
-Lo que quería preguntarle es si cree que la Unión Europea está dando una respuesta adecuada a este problema.
Me resulta muy difícil contestar por la Unión Europea. Antes que la cuestión de los refugiados, la Unión Europea puede ayudar a que se produzca de verdad un diálogo político para resolver el conflicto, porque la mejor manera de resolver el problema de los refugiados sería frenar el conflicto. La Unión Europea puede poner más empeño en sentar a la mesa a la gente que puede marcar la diferencia. En cuanto a la gente que se marcha, mi experiencia me dice que no quieren irse a Europa, a Estados Unidos o a Canadá, sino que prefieren quedarse en Líbano o Jordania porque tienen familias en esa zona y mantienen la esperanza de que la guerra algún día acabará. Allí está la inmensa mayoría de ellos, o sea que lo primero que hay que hacer es apoyar a estos países, especialmente al Líbano, esa sería mi prioridad absoluta.
-¿Y cree que Europa lo está haciendo, que está apoyando a Siria y Líbano?
Bueno, se podría hacer mejor, no hay duda… Depende de los países de los que hablemos, los hay más generosos que otros. Lo que ocurre es que en Líbano se está dando una situación totalmente inusual. Es extremadamente difícil para ellos. Rige un sistema en el que el Estado casi no contribuye en la respuesta a los refugiados, son la familias las que lo hacen. Esto hace muy difícil levantar un verdadero campamento de refugiados, porque no quieren ir a un campamento, lo que quieren es irse con sus familias. La cuestión es cómo apoyar al Líbano con recursos económicos y sanitarios para manejar esta situación. Yo no estoy seguro; es una cuestión muy complicada. Pero hasta el momento, yo diría que la comunidad internacional entiende el problema del Líbano. En eso las cosas no son perfectas, pero no van mal. Soy mucho más crítico con lo que está ocurriendo en el interior de Siria, porque ahí es donde se encuentra la gente más vulnerable, más incluso que los refugiados.
-Desde Sudán del Sur están llegando noticias muy preocupantes y hay quien habla ya de un potencial genocidio como el de Ruanda ¿Cree que eso es posible?
Efectivamente, la situación es terrible, con un impacto tremendo, sobre todo en las mujeres y niños. Lo que me preocupa es que veo un círculo de venganza. Pero eso no es un genocidio. No me gusta la gente que emplea esa palabra gratuitamente. Hay que tener cuidado con ella. No hay ahora en Sudán del Sur una estrategia para matar a todos los miembros de una misma etnia. Lo que ocurre es muy problemático y pasa siempre en las mismas ciudades como Malakal, Bor o Bentiu, que son tomados por una de las partes, los dinka o los nuer, y después llega la otra parte y se toma venganza. Esto supone un círculo vicioso de violencia que continúa día a día, pero no es un genocidio.
-¿Y qué pueden hacer los países desarrollados para detener este círculo vicioso?
Para ser honestos, no creo que sea fácil. Sudán del Sur necesita que se permita trabajar allí a las organizaciones humanitarias. La Cruz Roja, Médicos Sin Fronteras y otras organizaciones pueden hacer muchas cosas allí y se debe presionar para que les dejen hacerlo. Por otra parte, hay que lograr que Rusia, China, Uganda y otros países se impliquen en la paz y en la estabilización. Nada podrá lograrse sin integrar a todos los actores y eso es lo más complejo.
-¿Cómo está la situación sobre el terreno?
La gente está, sobre todo, asustada. Los nuer saben que al final llegarán los dinkas a y viceversa. Incluso aquellos que no son soldados, saben que tarde o temprano alguien vendrá a por venganza. Y hay que tener en cuenta que Sudán del Sur no es un lugar en el que uno pueda decidir un día marcharse a probar suerte e inmediatamente hacerlo. Es un terreno muy árido, extremadamente caluroso y con enormes distancias. Así que lo primero de todo es garantizar la seguridad.
-El otro gran frente humanitario internacional es la República Centroafricana.
Si uno se fija en el mapa, se da cuenta de que prácticamente desde Kenia hasta Centroáfrica puede trazarse una línea que delimita una región que ha sido una fuente de problemas en los últimos años. Lo de Somalia fue muy duro, lo de Sudán es muy duro, pero lo sorprendente del caso centroafricano no es que estén en una crisis humanitaria, llevan diez años en una crisis humanitaria, lo sorprendente es que estamos hablando de un conflicto entre cristianos y musulmanes y nunca había habido ningún problema con eso allí. Es interesante y a la vez preocupante ver cómo la polarización de la región está teniendo tanto impacto en Centroáfrica.
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