ucrania
El autoproclamado alcalde de Slaviansk aspira al estrellato
Como si ya fuera el líder prorruso, ofrece canjear los rehenes por el fin de las sanciones
mikel ayestaran
El levantamiento separatista prorruso del este de Ucrania tiene el rostro de Viacheslav Ponomariov, el autoproclamado alcalde de Slaviansk, principal bastión insurgente donde desde el viernes permanece retenido un equipo de observadores militares, entre ellos siete europeos. Tras «retirar» y esconder a la anterior alcaldesa ... de la ciudad, el autoproclamado regidor aspira a convertirse en la superestrella de la insurrección. Y como si ya fuera el líder de los prorrusos, ayer llegó incluso a ofrecer la liberación de los rehenes a cambio del levantamiento de las sanciones contra Rusia.
«Retomaremos el diálogo sobre el estatus de los prisioneros de guerra cuando la Unión Europea retire las sanciones», declaró. «Si no lo hacen, bloquearemos la entrada al personal de la UE, así que no podrán llegar hasta nosotros. Se lo recordaremos a nuestros huéspedes de la OSCE», apuntó el alcalde separatista. Desde que saltara a escena el 14 de abril tras la toma del ayuntamiento de Slaviansk, Ponomariov ha pasado de ser un desconocido para sus propios vecinos a dirigirse de tú a tú con los dirigentes de la la UE.
Ponomariov no es amigo de los medios, pero cada día ofrece una rueda de prensa en el salón de plenos y responde a preguntas hasta que se cansa y da por terminada abruptamente la comparecencia. No hace distinciones: todos los occidentales son igual de tendenciosos a sus ojos. Con uniforme informal de gorra de béisbol y chaqueta de chandal negra, llega en un todoterreno blanco con los cristales tintados y su escolta de encapuchados armados le lleva en volandas a través de los sacos terreros que protegen el edificio consistorial hasta el salón de plenos. Allí se siente más relajado, y ofrece la visión de la realidad desde el punto de vista de la autodenominada «República Popular de Donetsk». Sin rodeos, directo al grano.
Alcaldesa retenida
La alcaldesa electa, Nellie Shtepa, permanece retenida desde su llegada al poder «para protegerla de las fuerzas de seguridad de Ucrania», según Ponomariov, para quien los observadores militares son «prisioneros de guerra» y al mismo tiempo «huéspedes» de la República Popular de Donetsk. Ponomariov adapta los acontecimientos a la versión que más le conviene en su particular guerra contra el que denomina «Gobierno fascista» de Kiev.
Poco se sabe de su vida anterior al 14 de abril. En sus apariciones ha revelado con cuentagotas algunos detalles, como que era responsable de una fábrica de jabón, puesto que abandonó cuando recibió «la orden de ser líder de los separatistas». Un mandato que, asegura, emana directamente de un «pueblo» donde nadie le conocen, pero no de Rusia, país del que niega cualquier intervención. Aunque él haya pedido abiertamente a Moscú el envío de «municiones y armas» e incluso de «tropas de paz». Veterano de la guerra de Afganistán, asegura contar con 2.500 hombres armados a sus órdenes, entre ellos «exmilitares como yo que llegaron para ayudar, no solo desde Rusia, sino también de Bielorrusia, Kazajstán y Moldavia».
Al final de las ruedas de prensa es habitual que se quede un rato en la puerta de salida del salón de actos para estrechar la mano a los informadores, mirarles a la cara, recordarles que apaguen sus cámaras para no grabar el acceso al Ayuntamiento y que cuenten la verdad.
Futuro electoral
Esta es una de las palabras que más a menudo repite junto a su jefa de prensa, Stella Jorosheva, ante unos medios que deben, a partir de ahora, obtener una acreditación especial de la «República Popular de Donetsk» para trabajar en esta zona que el 11 de mayo espera realizar un referéndum para convertirse en un estado independiente. La consulta también se realizará en la vecina provincia de Lugansk, donde los acontecimiento se aceleran en las últimas horas después de que los separatistas ocuparon el edificio de la Gobernación con disparos de fusil y lanzamiento de granadas ante la pasividad de las fuerzas del orden. Algunos policías se pasaron al bando prorruso, otros optaron por deponer las armas y abandonar el inmueble a través del corredor humano creado por los asaltantes y el resto se atrincheraron en la segunda planta. Lo que fue anunciado como una marcha pacífica a favor de la federalización de Ucrania desembocó en un asalto protagonizado por hombres armados con palos, hierros y escudos que accedieron al inmueble tras romper las ventanas y lanzar bombas de humo y petardos al grito de «¡Rusia, Rusia, Rusia!».
A la inestabilidad en la zona ha contribuido también el atentado contra el alcalde de Jarkov, que fue trasladado de urgencia a un hospital de Israel donde se recupera del disparo recibido cuando practicaba deporte a las afueras de su ciudad, un atentado del que se culpan prorrusos y proucranianos y sobre el que el ministerio de Interior ha abierto una investigación.
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