La «política loca» mejora la popularidad de Maduro

Lo primero que hizo el heredero chavista fue echar mano al populismo y al clientelismo electoral como la de servirse de los ingentes recursos petroleros para lograr ventajas en las elecciones presidenciales del 14 de abril de 2013 cuando ganó por una nariz ante su rival el opositor Henrique Capriles que impugnó por fraudulenta la victoria de Maduro.

Un voluminoso expediente de más de 1.000 folios mostrando el ventajismo chavista en las mesas electorales, la compra de electores, la obligación para votar por listas, el remolque obligado de votantes a los centros electores, la coacción y el chantaje, fueron documentados en la denuncia presentada por Capriles ante los organismos competentes.

Tras pocos meses en la Presidencia, Maduro anuncia su necesidad de gobernar con poderes especiales por lo que pide al parlamento que lo faculte con la Ley Habilitante con duración de un año para implantar leyes contra la corrupción, las financieras, las económicas y la inseguridad. La oposición parlamentaria no estaba dispuesta a permitirle los poderes especiales pero para conseguir un solo voto que le faltaba para ser aprobados con los dos tercios de 165 votos Maduro logró comprar al polémico diputado.

Chávez también utilizó la misma vía de la habilitante para gobernar con poderes especiales. En el 2002 propuso 49 leyes-decretos que restringían la libertad económica y empresarial, lo que generó un gran descontento social de marchas y protestas que derivaron en una intentona golpista cívica-militar encabezada por el industrial Pedro Carmona.

Una vez allanado el camino para su habilitación y sin obstáculos parlamentarios de la oposición, Maduro empezó a lanzar sus medidas económicas que le dan control absoluto al gobierno en el sector financiero y monetario y empresarial. Por ejemplo, establecer un máximo de 30 % en las ganancias empresariales y la ley de precios justos. Con eso pensaba controlar la inflación de 56 % con la que cerró su primer año de gobierno, la más alta de América Latina.

Pero lo que sorprendió fue su medida de obligar a las tiendas a rebajar los precios de los electrodomésticos a un máximo de 30 % de su costo, lo que provocó una estampida de los compradores que vaciaron en una semana todo el inventario de línea blanca y electrónica existente. Los demás rubros de muebles, textil y calzado también tuvieron que hacer rebajas.

Esta medida de un populismo extremo y exacerbado, según los analistas, lanzada en noviembre a un mes de celebrarse las elecciones municipales del 8 de diciembre, fue un golpe de suerte para Maduro porque su popularidad subió como la espuma. Además decretó el adelanto de las navidades para que la gente gastara los aguinaldos en los electrodomésticos y se olvidaran un poco de las colas por la escasez de alimentos, medicinas y papel higiénico.

La «política loca» de Maduro permitió que el chavismo ganara las municipales de forma holgada pero la resaca les ha durado muy poco tiempo. Pasadas las elecciones borrascosas y las prolongadas fiestas navideñas, los venezolanos amanecieron el año nuevo con unas neveras nuevas pero vacías y las tiendas también vacías porque no han podido reponer la mercadería porque no hay en el mercado.

Al desabastecimiento ya crónico se ha sumado el desempleo por el cierre de empresas, la escasez de alimentos, la inseguridad. Las tiendas españolas como Zara y las proveedoras farmacéuticas y de ferretería también han sido afectadas por las medidas del gobierno. Y para colmo no hay divisas en el mercado. Es el rosario de problemas por lo que protestan los venezolanos.

Las elecciones son las que mueven la economía nacional, aunque de manera artificial. Así ha sido en los 15 años de chavismo. Y dentro de dos años no hay comicios previstos que celebrar por lo que Maduro deberá gobernar sin medidas populistas y locas para comprar votos. A ver cómo lo hace.