Los «errores de cálculo» de Hollande en la crisis de República Centroafricana
Francia aprueba prolongar su operativo en el país africano, a pesar de que en noviembre se jactaba de que la misión sería más sencilla que la campaña en Malí
Los «errores de cálculo» de Hollande en la crisis de República Centroafricana
Pocas veces una clave marcial fue tan desafortunada. A comienzos de diciembre, Francia lanzaba un operativo -«Sangaris»- para contener la violencia religiosa y política que asolaba la República Centroafricana. Solo unos días antes, Gerard Araud, embajador galo ante las Naciones Unidas, se jactaba de que ... la intervención sería «más sencilla que en Malí» , ya que se trataba «de luchar contra delincuentes armados, no una oposición organizada». Por ello, para tan asequible y breve mandato, la cúpula militar decidió denominar al operativo «Sangaris», en honor a una mariposa local (curiosamente, a pesar de su «sencillez», la comunidad internacional ya hablaba entonces de evitar una «nueva Ruanda» en el corazón del continente).
Sin embargo, este martes, el Parlamento de Francia aprobaba prolongar la operación, cuyo mandato expiraba en abril. La mariposa -que ha aumentado su volumen hasta los casi 2.000 soldados- continuará por tanto aleteando sus alas.
«(El operativo) va a tomar más tiempo de lo esperado debido a que el nivel de odio y la violencia es peor de lo que habíamos imaginado», reconocía la pasada semana el ministro de Defensa galo, Jean-Yves Le Drian. «Nadie puede aceptar la partición», añadió.
La experiencia con otros «errores de cálculo» -Ruanda, Somalia o Malí- es un grado.
Trompetas de genocidio
A comienzos de mes, Amnistía Internacional denunciaba que, casi un año después del inicio del conflicto en la República Centroafricana (con numerosas vueltas a la tortilla del crimen), las tropas internacionales continúan sin poder frenar la actual «limpieza étnica» que se lleva a cabo contra los civiles musulmanes, según denuncia Amnistía Internacional.
La organización llamaba, a su vez, a proteger a las comunidades musulmanas de las milicias «anti-balaka» (patrullas urbanas que se han tomado la justicia por su mano), a las que acusó de «violentos ataques».
Entre las principales matanzas, Amnistía Internacional documenta un acción armada cometida el pasado 18 de enero en Bossemptele (oeste del país), donde al menos 100 musulmanes fueron asesinados, principalmente mujeres y ancianos, entre ellos, un imán de 70 años.
El drama no es solo humano. Un reciente estudio llevado a cabo por Oxfam y Acción Contra el Hambre denunciaba que la actual crisis amenaza con colapsar el sistema económico del país, tras el éxodo llevado a cabo por la población musulmana.
Hace tan solo unos días, el misionero italiano Aurelio Gazzera, quien ha salvado centenares de vidas en la ciudad de Bozoum, al noroeste, ya advertía a ABC que el aspecto económico de la crisis no debía ser subestimado: «Casi todos los comerciantes eran musulmanes y, ahora, con su partida, hay dificultades para encontrar géneros importados (aceite, sal, azúcar...), cuyos precios aumentan rápidamente. Y a cambio, los productos vendidos por la población local (yuca, maní...) pierden valor y el precio cae de forma rápida. Entonces habrá poca disponibilidad de dinero, con todas las consecuencias», aseguraba a este diario.
Futuro poco esperanzador
Las consecuencias comienzan a ser atroces. A un solo unos días del inicio de la época de cosecha, el 96% de los agricultores no tiene semillas para plantar, mientras que el 90% de la población sobrevive con tan solo una comida al día.
El pasado marzo, un golpe de Estado del grupo insurgente Seleka (compuesto, en su mayoría, por mercenarios musulmanes de Sudán y Chad) provocaba la salida del país del presidente François Bozizé y abriera una crisis política en el país africano. Sin embargo, huidos los soldados de fortuna, son ahora las milicias anti-balaka (patrullas urbanas que se han tomado la justicia por su mano), quienes han dado la vuelta a la tortilla del crimen clamando venganza contra todo lo que es musulmán.
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