«Clarín» se salva de la quema del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner
El principal grupo de comunicación de Argentina elude la amenaza de intervención estatal que pesaba sobre él desde 2009
Carmen de Carlos
Clarín se salva del naufragio o, dicho de otro modo, logra que el Gobierno no intervenga el mayor grupo de comunicación de Argentina, amenaza permanente desde que en octubre del 2009 el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, con luz verde del Congreso, promulgara una ... ley que, de no acatarla en su totalidad, habría abierto la puerta al Ejecutivo para proceder al desguace del “multimedio”.
El Gobierno parece haber enterrado el hacha de guerra contra el mayor emporio de comunicación argentino. Esa es la conclusión a la que se llega después de leer las declaraciones de Martín Sabbatella, al frente del polémico Afsca, la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audivisual que llegó, incluso, a dar el primer paso el pasado año para hacerse con el control y desmantelamiento de Clarín.
Sabbatella, en declaraciones al diario Buenos Aires Herald, reconoce, por vez primera, que “a primera vista” el plan presentado por el grupo para evitar su intervención, se ajusta a la ley. “No puedo adivinar cuál será la opinión del directorio pero puedo decir que si Clarín quiere cumplir voluntariamente con la ley, también debe cumplir con las demandas de la Afsca sobre la red de cable” y “a primera vista, lo que se presentó cumple los requisitos de la ley”.
Sabatella, entusiasta sin disimulo del desguace de Clarín hace unos meses, ahora parece dar marcha atrás y aceptar el programa de recomposición del grupo que dividió su emporio en seis unidades empresariales independientes, medida que el responsable de la Afsca cosidera que “cumple con la ley de medios”.
Tregua mediática
El 2014 parece abrir así una tregua en la batalla sostenida por cuatro años entre el poder político del Ejecutivo y el mediático de Clarín. La ley, considerada un traje a medida para atomizar el grupo, ha tenido un recorrido irregular. No se aplicó a otros , en términos absolutos, como Telefónica o Prisa, con la excusa de que mientras Clarín no la acatara el resto estaban liberados.
Clarín recurrió de inmediato varios artículos por considerar que no se podían aplicar con efecto retroactivo y las consecuencias se traducían en la pérdida de licencias audiovisuales (impone cuotas arbitrarias) y en un proceso de desinversión acelerada con grandes perjuicios. Finalmente, la Corte Suprema, equivalente al Tribunal Supremo, termino a fines del pasado año dando la razón , con matices, al Gobierno y Clarín ingenió un sistema de división, similar al de otros grupos que, a tenor de las declaraciones de Sabbatella, le permitiría mantenerse a flote.
El terreno personal en el que llegó a librarse este enfrentamiento del Gobierno con Clarín llegó a extremos insólitos. Entre otras medidas insólitas, se recuerda el desembarco de varios equipos de la Afip (Hacienda) en la sede del grupo, -con aviso a las cámaras de televisión-, la “visita” de Sabbatella a las misma instalaciones para iniciar la intervención estatal y la operación permanente de desprestigio de Ernestina herrera de Noble, viuda del fundador del grupo a la que desde el Gobierno y las organizaciones sociales afines al kirchnerismo se la señaló como apropiadora de hijos de desaparecidos durante la última dictadura militar argentina (1976-83). Las pruebas de ADN demostraron que los dos hijos adoptados de Herrera de Noble, no eran de familias desaparecidas.
En el apartado del esperpento quedan las intervenciones del ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno, en un viaje oficial de Cristina Fernández por Angola, repartiendo calcetines con ilustraciones ofensivas a Clarín o los enormes carteles colgados en el Ministerio y hasta caramelos y “alfajores” (polvorones rellenos de dulce de leche) con consignas de “Clarín miente” que Moreno regalaba a los ejecutivos que recibía. Hoy, Moreno está destinado en Roma y Clarín, a falta del visto bueno oficial, respira hondo.
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