Indignación en Nápoles por una ordenanza contra los excrementos de perro

En este contexto de angustia y preocupación por la vida de miles de personas, sorprende y crea polémica el que en Nápoles, bella ciudad pero famosa también por haberse visto a menudo inundada de basuras, su alcalde el exmagistrado Luigi de Magistris haya desatado una guerra contra los perros que defequen en la calle. De Magistris, del Movimiento Naranja, centro-izquierda, ha firmado una ordenanza denominada “prevención de la defecación en el territorio municipal”.

Los propietarios de los perros deben presentarse en un ente sanitario local (Asl), para obtener el ADN y conocer su código genético. Quienes no lo hagan serán castigados con una multa que va desde los 25 a 154 euros. El objetivo es formar es formar un banco de datos que permita cazar al dueño distraído de un perro por no recoger sus excrementos en la calle. La policía municipal deberá recoger una muestra de los mismos y llevarla al laboratorio del ente sanitario público para comprobar su DNA y llegar así hasta “el culpable”.

La policía municipal ha montado en cólera, y no tiene ninguna intención de pasar sus ya difíciles jornadas, entre la contaminación y un tráfico caótico, recogiendo también muestras de excrementos de animales. “Estamos indignados. No recogeremos jamás la caca de los perros. Quizás hablando de estas cosas se intenta distraer a los napolitanos de los problemas de una ciudad llena de inseguridad e ilegalidad”, afirma en un comunicado la policía municipal

Muchos napolitanos se preguntan si, con tantos problemas como tiene la ciudad, esa debe ser una prioridad. Sobre todo teniendo en cuenta que en muchas zonas no se logra ni siquiera limpiar la basura de la calle.

Parece obvio que si alguna prioridad debería tener Nápoles es eliminar “La Tierra de los fuegos”, donde incluso el gobierno se decidió el miércoles a enviar al ejército para vigilar esas tierras que la camorra ha convertido en un infirno.

Para darse una idea hay que imaginar unos 200 campos de fútbol, uno al lado de otro, en los que hay sepultados ya 6 millones de metros cúbicos de basuras, legales e ilegales, urbanas y tóxicas. Traficando con esos desechos tóxicos desde los años ochenta, la camorra obtiene una enorme riqueza. A las empresas les resulta caro deshacerse de amianto, desechos petroquímicos y escorias metalúrgicas. Ahí está el negocio de la mafia, ofreciéndose a recoger, con precios imbatibles, todo tipo de desperdicios, incluyendo basuras tóxicas, que después trasladaban en camiones y en la noche arrojaban en “el triángulo de la muerte”, a veces dándoles fuego.

Según Legambiente, 10 millones de toneladas de residuos industriales se han quemado en esa zona entre los años 1991 y 2013. Cientos de empresas –algunas investigaciones calculan que serían más de 400-, sobre todo del norte de Italia, el más industrializado, se han liberado así de millones de toneladas de desechos tóxicos, incluyendo lodos nucleares procedentes de Alemania, Austria y Suiza, según reveló ante una comisión parlamentario el arrepentido Carmine Schiavone, un famoso jefe del clan de los Casalesi.

Los residentes en la zona denuncian que esos residuos tóxicos son culpables de las altas tasas de cáncer, alergias y defectos genéticos en recién nacidos. De hecho, el Instituto Pascale de Nápoles señala que los índices de mortalidad por tumores han aumentado en veinte años un 47 % en hombres y el 40 por 100 en mujeres, mientras que en el resto del país se mantenían estables.

Además del grave peligro a la salud, está el daño ambiental. Un informe de la Fiscalía Antimafia ha hecho un diagnóstico sobrecogedor, tras los correspondientes análisis de un vertedero: “La falda acuífera está irremediablemente dañada hasta el año 2080, con riesgo para la agricultura y la salud humana”. Incluso un informe del ejército de Estados Unidos, interesado en la salud de sus militares que viven en la base de la región, concluyó que “el agua está contaminada, con vestigios peligrosos de uranio; existen gases venenosos que salen del terreno, y se deben evitar garajes subterráneos”. El informe, publicado por el semanario L´Espresso, es terrorífico, porque se habla de riesgo en la salud de los militares a causa del agua contaminada, desaconsejando incluso de lavar los niños, de ducharse con los ojos abiertos y lavarse los dientes con esa agua.

En definitiva, lo que comenzó siendo un desastre medioambiental se ha convertido en un drama humano, con víctimas que tienen nombres y apellidos: Ricardo, muerto de tumor a los 22 años. Antonio, a los 9. Francesco, muerto a los 14 años. Alessia, a los 9. Mesia, con 3 años. Es la matanza de de la “Tierra de los fuegos”, término usado por Roberto Saviano, autor de la novela Gomorra. Ese territorio está en el centro de la actualidad italiana, porque se ha convertido en un problema nacional.