ABC en Kiev: «Nuestro sitio está en Europa y no con una Rusia autoritaria»
Tiendas de campaña, comida caliente gratuita, estufas y mucha solidaridad en la Plaza de la Independencia de Kiev
ABC en Kiev: «Nuestro sitio está en Europa y no con una Rusia autoritaria»
Artiom, uno de los jóvenes acampados en la Plaza de la Independencia, el mítico Maidán (plaza en ucraniano) inmortalizado por la Revolución Naranja de 2004, comentaba ayer que «para disolvernos van a tener que emplearse a fondo y lo conseguirán solamente provocando un ... baño de sangre. No nos iremos mientras no dimita el presidente y su Gobierno».
La determinación de continuar en la calle hasta que se logre la firma del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea o la dimisión de Víctor Yanukóvich y su Ejecutivo parece tan firme como hace nueve años. Así que el pulso entre la calle y las autoridades promete durar.
Durante la mayor parte del día fueron estudiantes los que llenaron la explanada, rebautizada ahora por los manifestantes con el nombre de Euromaidán . Por la tarde, al salir de los trabajos, apareció gente no tan joven. Al anochecer, al descender la temperatura, los congregados se cuentan por miles. Ayer habría más de 50.000. Es el momento en el que llegan para dar ánimo a la multitud los oradores más destacados, el boxeador Vitali Klic hkó (UDAR), Arseni Yatseniuk (Batkívshina) y Oleg Tiagnibok (Svoboda). Hasta ese momento la tribuna había estado tomada por grupos musicales. Para luchar contra las gélidas temperaturas, se han habilitado puntos de comida caliente y estufas. Se alcanzan ya los 3-4 grados bajo cero. La leña se apila por todas partes y casi se confunde con las barricadas instaladas en todo el perímetro de la plaza.
«Si vienen otra vez, les costará echarnos», afirma un activista del llamado Congreso Nacionalista Ucraniano, vestidos con uniformes militares de campaña y con banderas rojinegras al viento. Svetlana afirma que «nuestro sitio está en Europa y no con una Rusia autoritaria» . La joven estudiante reconoce que le gusta «el ambiente de solidaridad y camaradería que se respira. Nunca antes he vivido nada parecido». A diferencia de la Revolución Naranja , las tiendas de campaña no se han colocado a través de la calle Kreshatik, sino que se apelotonan en la misma Plaza de la Independencia en dirección hacia las calles que suben hasta Santa Sofía. Tapan casi la cúpula del centro comercial subterráneo.
Bloquear el Parlamento
Por la mañana, la primera acción de los aglomerados fue bloquear los accesos al edificio del Gobierno. Estuvieron encabezados por el ex ministro de Interior, Yuri Lutsenko . Otra gran columna de manifestantes se dirigió a la Rada (Parlamento) situada un poco más lejos calle arriba. Dentro del hemiciclo intervenían los promotores de la moción de censura.
Tiagnibok instó a los legisladores a echar «a este Gobierno de bandidos» y terminó su alocución pronunciando la palabra «¡revolución!», lo que enardeció y arrancó fuertes aplausos de sus colegas opositores. Yatseniuk exigió una nueva votación para la puesta en libertad de Julia Timoshenko. Cuando quedó claro que no se había logrado ni lo uno ni lo otro, en el exterior de la Rada, también rodeada de policías, varios miles de manifestantes empezaron a gritar: «¡Es una vergüenza!, ¡dimisión!, ¡revolución!. Nos han robado la esperanza», exclamó Klichkó. Yatseniuk salió después a la calle y exclamó: «¡A la plaza!» (de la Independencia), en donde el gentío iría aumentando a medida que transcurría la tarde.
En el humeante campamento del Euromaidán ayer se comentaba la propuesta de un diputado de Crimea de pedir a Rusia que ayude a «poner orden» utilizando los infantes de Marina destacados en Sebastopol. Por si acaso, muchos de los presentes iban pertrechados con cascos de obra, de moto e incluso con antiguos yelmos medievales.
El Gobierno negó ayer que piense recurrir a tal medida y tampoco al empleo del propio Ejército. No obstante, la vigilancia del edificio de la Presidencia, escenario de cruentos enfrentamientos el pasado domingo, ha sido reforzada con tropas del Ministerio del Interior , una especie de Policía militarizada. Este departamento comenzó ayer a repartir chalecos de prensa entre los periodistas que cubren las protestas para distinguirlos de los participantes en las concentraciones. Y es que en el fin de semana hubo casi medio centenar de reporteros heridos.
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