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Axel Kicillof, el codicioso favorito de Kirchner
Es el hijo que a Cristina le hubiera gustado tener: gritón, ambicioso y soberbio
CARMEN DE CARLOS
La vuelta al trabajo de la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner , ha servido para designar a sus favoritos en el Gobierno: Axel Kicillof en Economía y el exgobernador de Chaco, Jorge «Coqui» Capitanich , al frente de la Jefatura de ... Gabinete. También, de forma implícita, para delegar parcialmente algunas tareas cotidianas que la tenían, casi de forma permanente, frente a las cámara de televisión, colgada al teléfono o con citas y decisiones que adoptaba en la residencia privada de Olivos o la Casa Rosada. En este nuevo ciclo, Fernández ha coronado zar de la economía argentina a Kicillof, un economista con profunda vocación estatizadora de sobra conocido en España por el «affaire» YPF Repsol.
Desde que Roberto Lavagna —artífice del privilegiado canje de la deuda tras el crack de 2001— saliera del ministerio, ningún sucesor suyo ha ocupado el cargo con plenas facultades. El último, Hernán Lorenzino , tenía las manos atadas por la presidenta y sus intervenciones estaban condicionadas por algunos miembros del denominado «equipo económico» que formaban el inefable Guillermo Moreno (el de los guantes de boxeo y el control de precios) en la Secretaría de Comercio Interior, la recién cesada Mercedes Marcó del Pont en el Banco Central, el propio Axel Kicillof y el todavía titular de la Afip (Administración Federal de Ingresos Públicos) Ricardo Echegaray .
Kicillof, por personalidad y vínculo con la presidenta , parece tener el camino despejado de injerencias para actuar según su criterio. De entrada, tendrá lejos al incordio de Guillermo Moreno, que el 2 de diciembre dejará su puesto para incorporarse como agregado comercial en la Embajada de Italia (es un entusiasta de Silvio Berlusconi). Dicho en palabras de un hombre que tuvo el dudoso placer de visitarle en su despacho, «le han dado la patada hacia arriba» cerca del Vaticano y lejos de los tribunales argentinos. Bautizado en una biografía como «El buen salvaje», Moreno se ocupaba, entre otras cosas, de maquillar la inflación (en torno al 25 por ciento), obstaculizar las importaciones, controlar los precios y perseguir a las casas de cambio para que el dólar paralelo no se fuera por las nubes, donde finalmente está (estos días roza los 10 pesos). De estos asuntos —de la deuda, la ausencia de inversiones y del superávit— tendrá que ocuparse Kicillof, un hombre que ni dentro ni fuera de Argentina genera confianza en términos económicos .
En Aerolíneas Argentinas
La carrera del chico de ojos azules y patillas de palmero , en rigor, no está repleta de éxitos que justifiquen su entronización en el Ministerio de Economía. Su paso por Aerolíneas Argentinas como subgerente dejó tras de sí una huella —ocupada con plenos poderes por su colega Mariano Carralde— que le cuesta al Estado en torno a los dos millones de dólares diarios. Eso sin contar con el previsible fallo contra Argentina en el juicio pendiente en el Ciadi (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones, dependiente del Banco Mundial), donde el grupo Marsans reclama el justo precio de aquella expropiación por la que recibió un peso, equivalente a poco más de la undécima parte de un euro.
La trayectoria de Kicillof tiene su origen en la Universidad, donde fundó el grupo TNT (Tontos pero No Tanto). De allí, tras escalas menores, terminó arrimándose a La Cámpora, la organización juvenil fundada por Máximo Kirchner que, con su madre en la presidencia, ha adquirido mayor poder y puestos. «Axel es es el hijo que a Cristina le hubiera gustado tener: universitario, gritón, ambicioso, soberbio, inteligente, áspero… Proveniente de la izquierda dura , es poco —o nada— proclive a la negociación, a la búsqueda de consensos», resume Laura Di Marco, autora del libro «La Cámpora».
De formación neokeynesiana y marxista, con 42 años, el flamante ministro es docente universitario y será el garante de conservar lo que el Gobierno llama «modelo». Con este desafío, la designación de la nueva promesa del kirchnerismo tuvo su primer efecto en la Bolsa : bajó 6,6 puntos.
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