Filipinas se asoma a la mayor catástrofe de su historia tras el paso del tifón Haiyan

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Con una velocidad sostenida de 235 kilómetros por hora , Haiyan – también denominado Yolanda – tocó tierra el viernes y atravesó de este a oeste seis islas en el centro del archipiélago filipino, afectando a 9,5 millones de personas y obligando a la evacuación de 630.000. En Sámar, la isla frente a Tacloban, los equipos de salvamento han encontrado ya 300 cadáveres en la ciudad de Basey , pero aún quedan 2.000 desaparecidos y se teme por sus vidas porque las olas alcanzaron allí seis metros de altura. En la isla de Boracay, uno de los destinos de vacaciones más populares de Filipinas, 6.000 turistas han quedado atrapados en un «resort» tras el paso del tifón.

Sin electricidad y con las comunicaciones y las carreteras cortadas en áreas remotas, aún hay pueblos enteros de los que no se sabe nada. Pero las imágenes que muestra la televisión apenas dejan resquicios a la esperanza: poblaciones enteras arrasadas por el viento huracanado y las fuertes lluvias; chozas destruidas y casas inundadas por el fango, coches arrastrados por la corriente y hasta cadáveres colgando de los árboles.

A 580 kilómetros al sureste de Manila, en la isla de Leyte, el aeropuerto de Tacloban ha quedado tan dañado que los vuelos regulares han sido suspendidos, atrapando a cientos de personas que tratan de huir desesperadas. De momento, en sus pistas sólo están aterrizando los helicópteros y aviones de transporte Hércules C-130 de las Fuerzas Aéreas para empezar a distribuir las primeras entregas de ayuda humanitaria .

En uno de ellos viajó ayer la madre de Dani Cortez, un taxista de Manila de 51 años, para recoger a su sobrina, Luisita Ferrer. A sus 39 años, esta guía turística llegó el jueves a Tacloban para visitar a unos amigos. Fueron sus últimas vacaciones. «Intentaron huir a un lugar elevado tras escuchar la alarma del Gobierno, pero murió ahogada porque el tifón lo inundó todo» , explicó la pasada madrugada Cortez a ABC tras aterrizar este corresponsal en el aeropuerto Ninoy Aquino de la capital filipina.

Recién llegados de Alemania, allí se concentraba un grupo de 25 médicos de la organización International Search And Rescue , que tienen previsto desplazarse a alguna de las zonas arrasadas para montar con sus propios generadores de gasóleo y equipamiento sanitario un hospital de campaña con capacidad para operar a un centenar de heridos. «Tenemos un tiempo de reacción muy limitado porque, aunque no sabemos todavía el número de fallecidos, se ve que es un gran desastre», señalaba Mark Rösen, uno de los enfermeros de este equipo, que también ha intervenido en otras catástrofes como el tsunami del Océano Indico en 2004 y el terremoto de Haití en 2010.

La hora del pillaje

Debido a la escasez de comida y combustible , el Ejército y la Policía han tenido que desplegarse en torno a gasolineras y centros comerciales de Tacloban porque ya ha comenzado el pillaje , según se ve en unas imágenes de la televisión local que muestran a hordas de vecinos asaltando las tiendas para cargar todo tipo de productos en sus carritos.

Desplazándose a Tacloban para una visita de reconocimiento, el presidente de Filipinas, Benigno Aquino III , auguró que el balance de víctimas «será sustancialmente mayor» de las 229 que el Gobierno confirmaba oficialmente anoche , pero no se atrevió a dar cifras. Antes que contar los muertos, la prioridad ahora consiste en restablecer la electricidad y las comunicaciones con las zonas aisladas para enviar comida y medicinas a los damnificados.

Tal y como explicó a la BBC el subdirector de Aviación Civil, el capitán John Andrews, tras sobrevolar los lugares más destruidos de Leyte, « nunca he visto tantos daños en mi vida . En el aeropuerto no queda ninguna estructura en pie excepto los muros». Sus palabras las corroboran las imágenes que vienen de Tacloban, famosa porque fue la primera ciudad filipina que liberaron las tropas estadounidenses comandadas por el general MacArthur durante la Segunda Guerra Mundial y por ser el lugar de nacimiento de la viuda del dictador Ferdinand Marcos, la infame Imelda que ha pasado a la posteridad por coleccionar miles de pares de zapatos mientras su pueblo de moría de hambre. En la actualidad, su sobrino, Alfredo Romualdez , es el alcalde de la ciudad.

Sin medios para hacer frente a la catástrofe, Filipinas ha pedido ayuda a Estados Unidos . En un comunicado , el Departamento de Defensa anunció que desplegará buques y aviones de su Mando del Pacífico para apoyar en las labores de búsqueda y rescate y en el lanzamiento aéreo de ayuda de emergencia.

Mensaje del Papa

La Unión Europea también ha enviado ya un equipo y, en un mensaje a Aquino III, el presidente de la Comisión, Jose Manuel Durao Barroso, se ha ofrecido «a contribuir con asistencia de urgencia si hace falta en esta hora de necesidad».

Tras ofrecer sus condolencias, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha asegurado en un comunicado que las agencias humanitarias están trabajando estrechamente con el Gobierno filipino para coordinar la ayuda necesaria. Unicef, que calcula que en la zona afectada viven hasta 1,7 millones de niños , ya ha cargado en Copenhague un primer envío de 60 toneladas de ayuda humanitaria para ser lanzada desde el aire, pero hasta el martes por la mañana no llegará a Manila.

En solidaridad con las víctimas, el Papa Francisco avisó de que «el daño es enorme» e hizo un llamamiento para «tratar de proporcionar ayuda concreta» a Filipinas, el país con más católicos de Asia.

Tras salir por el oeste del archipiélago, Haiyan avanzaba anoche por el Mar Meridional de China en dirección a Vietnam . A los 600.000 habitantes del centro del país que habían sido ya evacuados se suman otros 100.000 de tres provincias del norte, donde está previsto que el tifón tome tierra hoy lunes por la mañana al cambiar su rumbo. Con vientos de 166 kilómetros, Haiyan se ha debilitado a la categoría 4 y lo más probable es que pierda fuerza cuando llegue a la provincia de Thanh Hoa, pero Vietnam se prepara para lo peor a la vista de la devastación que ha dejado en Filipinas.